Un año más, junto a mi familia, he podido acudir al Monasterio de Santa Mª de la Vid a finales de agosto.

Son fechas muy señaladas porque en los días 27 y 28 de agosto, respectivamente, se celebran las festividades de Santa Mónica y de San Agustín y qué mejor lugar para estar en esos días que en el maravilloso Monasterio que está habitado y cuidado por Padres Agustinos.

Digo maravilloso porque el Monasterio, su entorno y la Comunidad Agustina, consiguen que allí me sienta muy cerca de Dios y me proporcionan los lugares y tiempos adecuados para recibir ese alimento espiritual que no en cualquier sitio se puede obtener.

Para mí la mejor forma de empezar el día es ofrecerlo al Señor, ponerlo en sus manos y que Él decida qué es lo mejor para mí, y allí lo tengo fácil,…., compartiendo Laudes con los Padres, en la preciosa capilla que está en el interior del Monasterio, y además, por más comodidad, en el mismo piso en el que suele estar la habitación en la que nos alojamos.

Para cerrar el día, en la misma capilla y con la misma compañía, puedo agradecer a Dios todo lo recibido que siempre es mucho, en la oración de Vísperas.

Son momentos de tal recogimiento, paz, y gratitud, que sinceramente, siempre apetece quedarse más tiempo.

En el intermedio las posibilidades son muy  variadas: pasear por el bosque al lado del Duero que rodea el Monasterio, darse un chapuzón en la piscina que  también se encuentra a disposición de los hospedados, visitar los pueblos cercanos, conversar con los Padres Agustinos,….

Prácticamente todas las comidas las realizamos en la Hospedería del Monasterio porque están muy bien elaboradas y el ambiente en el comedor es muy tranquilo y agradable.

La celebración en el día de San Agustín es muy especial, en la iglesia grande del Monasterio se respira santidad…….en mi opinión, ésta  está creada  por todos los asistentes, sacerdotes, Padres, vecinos del pueblo, visitantes,….. quienes en tal día nos empapamos con el espíritu del gran santo y maestro.

La noche, en La Vid, es mágica, el Monasterio aún es más bello, el cielo tan límpido y lleno de estrellas invita al agradecimiento por tanta maravilla creada, se detiene el tiempo y no hay prisa para dormir.

Soy mujer de ciencias y no soy de fácil escribir y menos aún para describir lo que siento allí, pero sí sé que cuando llega el día de partir, me invade una tristeza  tal,  que opto por no despedirme para evitar las lágrimas, y sólo me consuela la esperanza de poder regresar a la mayor brevedad.

Elsa Suárez Álvarez-Cascos. Asociación de Amigos del Monasterio de Santa María de la Vid.

Más info: Hospedería del Monasterio de la Vid.

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