Pascua Dominical. Eucaristía en Casa y la Parroquia.
Tu Palabra nos libera
Mc 1,21-28. Jesús está íntimamente en comunión con el Padre. Su ser está abierto a la acción del Espíritu. Su vida está cimentada en la Roca del diálogo trinitario. Jesús es de Dios, radicalmente, sin fisuras. Eso lo tenían que notar sus contemporáneos. Él no era nada light, ni ambiguo, ni con otros intereses distintos que no fueran hacer la voluntad del Padre.
El mal provoca un ruido interno que lleva a la desesperación. Al actuar Jesús, el hombre habitado por un espíritu inmundo se retuerce y emite un grito muy fuerte. Se abren sus jaulas.
Palabras y acciones, teoría y práctica renovadora acompañan la manera de ser y actuar de Jesús. Una pedagogía revolucionaria para la época, sostenida por una autoridad jamás vista hasta entonces. La fama y la admiración crecen por todas partes. El Reino se va abriendo paso en la victoria frente al mal. ¿Ayudamos también nosotros a que otros se vean liberados por sus pesos, sus cargas, sus agobios? ¿Somos cauce de liberación? ¿Escuchamos el grito de nuestros semejantes?
En nuestra sociedad tan saturada de ruidos, que ensordecen y anulan a las personas, invitemos a la escucha de la Palabra que armoniza y equilibra nuestro ser. Creemos espacios para compartir la vida, contrastar los “malos espíritus” que bloquean lo mejor de nosotros mismos y accedamos al encuentro con el Padre.
Libéranos, Señor, con tu Palabra y tu presencia. Escucha nuestra voz, estén tus oídos atentos al grito de nuestra súplica.
Fuente: Dibujo: Patxi Fano – Texto: Fernando Cordero ss.cc.
Casi todo – 4º Domingo Tiempo Ordinario, Ciclo B
Mc 1,21b-28. A veces la maldad se presenta como algo minúsculo que se va extendiendo y lo invade todo, incluso dentro de nosotros. Todos nos dejamos llevar alguna vez por malos sentimientos y actitudes como la envidia, la pereza, la rabia… pero seguir a Jesús es aprender a sacarnos eso de dentro y ayudar a otros a hacer lo mismo. Eso implica voluntad, fe y esfuerzo. A partir del Evangelio de este domingo te proponemos para la reflexión estas preguntas: ¿Qué males has dejado últimamente que habiten en ti y quieres sacar? ¿Qué tienes tú que ver con Jesús Nazareno? Puedes acabar expresando en forma de oración aquello que quieras decirle al Padre/Madre Dios: una petición, una acción de gracias, una petición de perdón…
Fuente: Editorial Verbo Divino (EVD).