Vive la Pascua Dominical en la Eucaristía Parroquial.
¿Cómo puedo mejorar mi oración?
El Evangelio de este Domingo es una invitación a ser “pesados” con la oración. Si nos da por algo, no nos olvidamos de aquello que nos gusta, pero me temo que, con la oración, no pasa igual. Aficionados al fútbol, al cine, a series de TV con cierto éxito, a… Pero, ¿somos profundamente “aficionados” a la oración?
En el Evangelio aparece el ejemplo de un viuda insistente que termina por conseguir aquello que pide. Hay que orar siempre, sin desánimo, con el mismo empuje que la viuda. Y orar en todo momento. Pero, para que toda la vida sea oración, hemos de tener también momentos cuidados de encuentro con el Señor. Él nos cuida, somos -como dice Fano- “sus niños mimados”. Pidamos, que Él no nos defraudará, siempre endulzará nuestra vida con su amor incondicional.Un ejercicio práctico. Miremos las horas del reloj. Puedes preguntarte: ¿y yo cuándo rezo?, ¿cómo rezo?, ¿es de calidad mi oración?, ¿utilizo la Palabra?, ¿qué puedo hacer por mejorar mi oración? Y no nos olvidemos de orar por los que más sufren y pasan por los peores tragos.
Fuente: Revista 21. Dibujo: Patxi Velasco FANO – Texto: Fernando Cordero,ss.cc.
Misioneros del mundo
El mundo está lleno de misioneros, personas que dan su vida por los demás, transmitiendo con cada una de sus acciones valores como solidaridad, humanidad, compasión… Ante todos estos ejemplos, debemos parar a preguntarnos: ¿cómo es mi fe? ¿Me limito a una fe tibia, desprovista de compromiso o soy capaz de implicarme en el sufrimiento de mis hermanos ¿Busco excusas para evitar un autentico compromiso de fe? ¿Soy solidario con las necesidades? ¿Tengo hambre y sed de justicia y soy capaz de ser perseguido por ello?