Se realizó el 7 de diciembre de 2020. María, alumbra nuestra esperanza.
La Vigilia giró en torno a María, un sí confiado y esperanzado
En las vísperas de la Solemnidad de la Inmaculada Concepción, patrona de España y de la diócesis de Huelva, nos encontramos con la maternal protección de María, la mujer creyente que nos enseña a confiar y nos ofrece su manto protector donde descansar y sentirnos cobijados; la mujer esperanzada, que ilumina como un faro en medio de nuestras oscuridades y nos anima a ser en el mundo sembradores de esperanza.
María del sí confiado
En el corazón de la Iglesia resplandece María. Ella es el gran modelo para una Iglesia joven, que quiere seguir a Cristo con frescura y docilidad. Cuando era muy joven, recibió el anuncio del ángel y no se privó de hacer preguntas (cf. Lc 1,34). Pero tenía un alma disponible y dijo: «Aquí está la servidora del Señor» (Lc 1,38).
Siempre llama la atención la fuerza del “sí” de María joven. La fuerza de ese “hágase” que le dijo al ángel. Fue una cosa distinta a una aceptación pasiva o resignada. Fue algo distinto a un “sí” como diciendo: bueno, vamos a probar a ver qué pasa. María no conocía esa expresión: vamos a ver qué pasa. Era decidida, supo de qué se trataba y dijo “sí”, sin vueltas. Fue algo más, fue algo distinto. Fue el “sí” de quien quiere comprometerse y el que quiere arriesgar, de quien quiere apostarlo todo, sin más seguridad que la certeza de saber que era portadora de una promesa.
Papa Francisco, ‘Christus vivit’, 43 y 44.
Reflexión
En este tiempo de pandemia, mucha gente ha recibido esa llamada a hacer la voluntad de Dios, a dar un SÍ ante una situación inesperada, incluso arriesgando sus propias vidas. En especial, los sanitarios o las fuerzas de seguridad y orden han dado un sí mayúsculo que hemos sido capaces de reconocer y aplaudir. Son un testimonio que nos invita a fiarnos con nuestro SÍ ante la llamada de Dios, que siempre nos sorprende y desinstala, arriesgarnos a salir al paso de quienes nos necesitan entregando también nosotros nuestra propia vida.
Santa María del SÍ CONFIADO, Madre Inmaculada, protege con tu manto a los que están dando la vida por nosotros y enséñanos responder, como Tú, con un SÍ confiado.
María del sí esperanzado
María era la chica de alma grande que se estremecía de alegría (cf. Lc 1,47), era la jovencita con los ojos iluminados por el Espíritu Santo que contemplaba la vida con fe y guardaba todo en su corazón de muchacha (cf. Lc 2,19.51). Era la inquieta, la que se pone continuamente en camino, que cuando supo que su prima la necesitaba no pensó en sus propios proyectos, sino que salió hacia la montaña «sin demora» (Lc 1,39).
Y si hacía falta proteger a su niño, allá iba con José a un país lejano (cf. Mt 2,13-14). Por eso permaneció junto a los discípulos reunidos en oración esperando al Espíritu Santo (cf. Hch 1,14). Así, con su presencia, nació una Iglesia joven, con sus Apóstoles en salida para hacer nacer un mundo nuevo (cf. Hch 2,4-11).
Aquella muchacha hoy es la Madre que vela por los hijos, estos hijos que caminamos por la vida muchas veces cansados, necesitados, pero queriendo que la luz de la esperanza no se apague. Eso es lo que queremos: que la luz de la esperanza no se apague. Nuestra Madre mira a este pueblo peregrino, pueblo de jóvenes querido por ella, que la busca haciendo silencio en el corazón aunque en el camino haya mucho ruido, conversaciones y distracciones. Pero ante los ojos de la Madre sólo cabe el silencio esperanzado. Y así María ilumina de nuevo nuestra juventud.
Papa Francisco. ‘Christus vivit’, 46, 47 y 48.
Reflexión
En este tiempo de pandemia, muchas son las familias que se están viendo angustiadas. Angustia por perder un negocio, por encontrar una carta de despido, por sufrir un ERTE, por no saber cómo salir adelante… Lo experimentamos cerca de nosotros, tal vez en nuestra propia familia.
Pero también, a pesar de contemplar este panorama social, también vemos como el pesimismo se apodera de nosotros, con una especie de resignación que, en el fondo, nos aleja de la esperanza cristiana que se fundamenta en la confianza en que nada de lo que ocurre es ajeno a Dios. Cuántas veces, al cruzarnos a algún conocido por la calle hemos empezado a hablar de la situación que estamos viviendo y hemos acabado diciendo con cierta desazón:“¡Qué le vamos a hacer!”. No podemos caer los cristianos en esa especie de conformismo que nos deja instalados en el inmovilismo y que esconde la Luz de la Fe impidiendo que el brillo de la Esperanza llegue a otros.
Jóvenes, salid de la comodidad que dar nuestra zona de confort y cambiar esa frase resignada por la pregunta: ¿Qué vamos a hacer? ¿Cómo salir al encuentro del hermano triste, cansado, necesitado para compartir nuestra esperanza? Santa María del SÍ ESPERANZADO, Madre Inmaculada, despierta nuestros corazones dormidos y enséñanos el camino de la generosidad.
María es la mujer más alegre. ¡El Señor ha hecho en mí maravillas! ¡Qué mayor explosión de alegría que llevar la alegría dentro!
Más info
María, la Inmaculada Concepción, la mujer más admirada de la historia.
Entradas relacionadas en esta web
Solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María. 8 diciembre.
María, mírame. Si tú me miras Él también me mirará. Gracias, Madre.
Nacerá en la Inocencia Inmaculada. Segundo Domingo de Adviento.