Santa María del Silencio, ayúdanos a ser buenos escuchantes
Enséñame, ¡oh Madre del Señor!
…A callar si la caridad va a quedar dañada si hablo.
…A no hablar mal de nadie,
…A callar siempre que el hablar sólo traiga crítica destructiva, vergüenza o difamación del hermano.
…A llevarme unos cuantos secretos a la tumba.
…A no callar cuando mi silencio sea una fraternal reprensión, una disconformidad con lo incorrecto, lo deshonesto o difamatorio que se está diciendo.
Enséñame:
…A callar lo negativo, lo malo, lo que avergüenza al hermano si hablando falto a la caridad y no defiendo la justicia o al inocente.
…El silencio de la aceptación interior sin rebelión interior y en la paz del corazón.
A callar, a sufrir, a amar y aceptar en el silencio que se confía en Dios.
Enséñame:
…A orar en lo escondido, a dar limosna en lo oculto, a vivir santamente en el decoro del silencio del corazón.
…A caminar entre silencios, aunque no a solas, sino acompañado del Señor y de los hermanos.
Que no olvide nunca que a Dios se va por el hermano. Enséñame a hacer silencio exterior, pero sobre todo, el silencio interior de pensamientos inútiles, ilusiones imaginarias, deseos irrealizables, preocupaciones y agobios excesivos.
Enséñame:
…A cultivar el silencio, fuente de inmensas energías y ambiente necesario para las más arriesgadas decisiones.
…El silencio para entenderme a mi.
…El silencio para poder escuchar y entender al hermano.
…El silencio, los desiertos, las pobladas soledades donde únicamente me puedo encontrar con Dios y “conocer a Dios”.