Vive la Pascua Dominical en la Eucaristía Parroquial.
Encontrarte, dejarme limpiar y volver a ti agradecido me salva.
Uno de diez. ¿Así es la proporción de la gratitud? Probablemente, sí. Jesús cura a los enfermos de lepra sin esperar nada a cambio. El cambio quizá radicara en que además de la piel restaurada, el corazón pronunciara un gracias sincero. Pero no. Solo uno, el peor visto por su procedencia, fue el que a grandes gritos le agradeció la sanación.Dar gracias de corazón es tan importante. Un gracias como un grito. Un gracias rugiente. Nada ritualista, ni aprendido, ni domesticado.¡Decir gracias es tan importante! ¡Cuánto cambiaría el mundo si miráramos con corazón agradecido! ¿No habría menos conflictos, resentimientos, sequedades, distancias? El que vive con gratitud, desbordado por todo lo recibido, es un ser en el que canta la alegría. ¡Gracias, Señor! ¡Gracias, por descubrir que encontrarte, dejarme limpiar y volver a ti agradecido me salva!
Fuente: Revista 21. Dibujo: Patxi Velasco FANO – Texto: Fernando Cordero,ss.cc.
Compasión y agradecimiento
Según el relato de Lucas, un grupo de leprosos, excluidos social y religiosamente, se detienen a distancia y «desde lejos» le piden a gritos lo que no encuentran en la sociedad: «Ten compasión de nosotros». La reacción de Jesús es inmediata. Hay que acogerlos: nada ha de ser obstáculo para atender a los que sufren.