Pascua Dominical. Eucaristía en Casa y la Parroquia.
Un trampolín para todos
Mt 16,21-27. Descubrimos que una exigencia obligatoria para todo el que quiera seguir a Jesús es negar lo que anula su identidad de cristiano y lo que bloquea la voluntad de Dios en la propia vida. Nos encontramos aquí con la paradójica sabiduría de la cruz y la singularidad de una pérdida que es, para nosotros, la mayor ganancia.
En el juego del “perder para ganar” entramos en confrontación con las leyes del mundo: “ganar y ganar”. No se gana desde el yo y la búsqueda de los intereses y satisfacciones personales. Se gana desde el abrazo de la cruz, la pérdida de tiempo y energía a favor del Reino, de los hermanos, de una humanidad justa y reconciliada. A los cristianos no nos interesa ganar el mundo, si por ello entendemos buscar el éxito compulsivamente, el dinero con avidez, el poder por encima de todo, con medios que justifican fines que son inmorales y vergonzosos. Mejor, siempre, abrazar el misterio de la Cruz.
Podemos pensar que el éxito es la vía para medir la felicidad: en el trabajo, en los estudios, en la amistad… Hay personas que viven enmarañadas en clasificaciones, tipologías, comparaciones… Mirar el misterio de la Cruz nos libera de las patologías del ego y, en el fondo, nos hace más grandes, porque amando, perdonando, desde los últimos, es como se renueva el ambiente de la humanidad, que hacemos entre todos: tú, yo, tu hermano, nuestros padres, los vecinos de arriba…
Nos dice Patxi: “Como Iglesia somos Pedro, somos piedra… Podemos aplastar a Jesús, ponerlo en la sombra, crear muros o podemos ser puente, escalera, trampolín para elevar a Jesús y que TODOS, TODOS, TODOS lo vean abrazado a la cruz llevándonos por amor al cielo”.
Fuente: Dibujo: Patxi Velasco FANO – Texto: Fernando Cordero, ss.cc.
De regreso – 22º Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A
Mt 16,21-27. El verano va llegando a su fin y después de tantos lugares y kilómetros recorridos, es momento de marcarnos de nuevo proyectos para un nuevo curso que comienza. Mateo nos pone en la disyuntiva de seguir los caminos de Jesús o ponernos en línea con otros proyectos de vida distintos a los del evangelio. Por ello es momento de parada y de forma personal y junto a otros marcarnos los objetivos para poner en práctica en adelante. Siempre necesitamos también a alguna persona a nuestro lado que nos lo recuerde, nos corrija y nos anime a continuar para adelante. Jesús también va por delante y nos bendice.
Fuente: Editorial Verbo Divino – EVD.