Se realizó del 21 al 28 de noviembre de 2021 en Méjico. Es posible caminar juntos, en unidad y comunión.
La sinodalidad misionera: signo de este tiempo
Se le acercaron los fariseos y saduceos y, para tentarlo, le pidieron que les mostrara una señal del cielo. Él les contestó: “al atardecer ustedes dicen: va a hacer buen tiempo mañana porque el cielo está rojo. Por la mañana dicen: hoy seguro llueve porque el cielo está rojo oscuro. Saben distinguir el aspecto del cielo y la tierra y no distinguen los signos de los tiempos”. (Mateo 16, 1-3).
Esta lectura se me vino al corazón cuando recordaba (volvía a pasar por el corazón) los momentos de la Asamblea Eclesial, las diferentes reflexiones en las ponencias y en los grupos de trabajo. Y elijo ver este tiempo, estos espacios como un signo de este tiempo en el que Dios me y nos regala la gracias de participar y nos invita a interpretar.
Un signo de que es posible caminar juntos, en unidad y comunión, sin caer en la tentación de la uniformidad, respetando las diferencias en la cultura, en los idiomas, en las formar de pensar, creer y celebrar; entonces es ahí donde confesamos que es el Espíritu Santo el que nos hace uno a pesar de todo y con todo haciendo así que podamos caminar juntos, juntas.
Es un signo de este tiempo para que renovemos nuestro bautismo, nuestro compromiso bautismal, nuestra vocación bautismal que nos hace hijos de Dios y hermanos, hermanas entre nosotros, sin diferencias, somos todos hermanos con diferentes servicio; ninguno más que otros, ninguno menos que otros, todos iguales por la dignidad bautismal; no es más el obispo que el laico, ni más el sacerdote que la religiosa, ni más el laico que el sacerdote o la religiosa, somos iguales y entendemos que el único poder es servir cada vez más y mejor a los hermanos.
Es un signo de este tiempo que todos (laicos y consagrados) podamos ser partícipes activos de los espacios de escucha, discernimiento y toma de decisiones en la Iglesia, en todas las decisiones, que sean en comunión, no tomadas por una persona (obispo) o un grupo (consejo presbiteral), sino todos seamos corresponsables y partícipes de estas decisiones, y podamos así hacernos cargo de llevarlas adelante.
Es un signo de este tiempo que por fin demos lugar a las mujeres y a los y las jóvenes en espacios de toma de decisiones y de servicios ministeriales dentro de las comunidades, parroquias, diócesis, regiones, y a nivel de toda la Iglesia universal.
Es un signo de este tiempo que por fin y decididamente queramos, como Iglesia toda, ir al encuentro y dar espacio en las comunidades en todos los niveles, y también en la toma de decisiones, de los hermanos y hermanas migrantes, de los hermanos y hermanas de los pueblos originarios y afrodecendientes, y de los hermanos y hermanas del colectivo LGBTIQ+.
Es un signo de este tiempo que demos pasos pequeños, pero pasos al fin, para ser cada vez más y mejor una Iglesia Pueblo de Dios, comunidad de bautizados, comunidad ministerial dispuestos a servir a todos, especialmente los más pobres y menos amados, siendo signo del amor con que Dios nos ama, siendo una Iglesia Samaritana, que sale al encuentro de los caídos en el camino para sanar sus heridas y así seguir caminando juntos.
Y por fin así, una vez más el sueño es juntos discípulos misioneros en salida, siendo constructores del Reino, signos y portadores del amor de Dios para todos sin excluir, sin hacer acepción de personas, sino ser para todos hermanos, hermanas; samaritanos, samaritanas, que solo buscamos aprender del Maestro y servir a los hermanos.
Por Juampy Zulli. Coordinador Regional de Pastoral de Juventud Región Patagonia. Diócesis de Neuquén – Patagonia
Fuente: asambleaeclesial.lat
Una Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe para gestionar el futuro.
Intervención del cardenal Óscar Rodríguez Maradiaga en la Asamblea Eclesial: “Hay un claro objetivo, durante y después de este encuentro, hacer pedagogía sobre una sinodalidad, aún desconocida por muchos fieles. Temida por quienes prefieren hacerse a un lado para mantener estructuras y llena de esperanza para quienes soñamos con una Iglesia de puertas abiertas”. Se trata, dijo, de reavivar la Iglesia de una nueva manera, presentando una propuesta reformadora y regeneradora.
El cardenal, desde Tegucigalpa envió su video de su participación en la Asamblea. En su intervención, tras hacer un recorrido histórico de la creación de la Asamblea Eclesial para el continente latinoamericano y caribeño, desde la Asamblea del Celam en el 2019, en Tegucigalpa, el purpurado quiso recordar que, en la preparación de esta asamblea Eclesial, se insistió que no fuese “un diálogo de intelectuales o de aristocracia religiosa”, por eso los participantes son en un 20 por ciento de obispos, un 20 por ciento para la vida religiosa, un 20 por ciento procedente del Clero y un 40 por ciento de laicado.
Un laicado que lleva las voces de los más débiles
Ese 40 por ciento del laicado “corresponde a lo que se puede denominar como periferias, por eso dentro de la Asamblea, llevarán las voces de esos migrantes, refugiados, víctimas de la trata, como discípulos misioneros. Para reivindicar su papel en la Iglesia”.
El purpurado afirmó que la Asamblea eclesial pretende responder a la siguiente pregunta:
¿Cuáles son los nuevos desafíos para la Iglesia en América Latina y el Caribe a la luz de la quinta Conferencia General de Aparecida, los signos de los tiempos, y el magisterio del papa Francisco para la Asamblea y en el camino hacia los jubileos del 2031 y 2033?
En este sentido, dijo, el proceso de celebración de la Asamblea tiene como objetivo, “reavivar la Iglesia de una nueva manera, presentando una propuesta reformadora y regeneradora. Ser un evento eclesial en clave sinodal y no sólo episcopal, con una metodología representativa, inclusiva y participativa. Hacer posible una relectura agradecida de Aparecida para gestionar el futuro. ¡Ser un hito eclesial! que pueda relanzar los grandes temas aún vigentes que surgieron en Aparecida, y retomar temas y agendas impactantes”. Es un Kayros, dijo, un signo compartido con otros continentes del que pueden brotar muchos frutos.
También, como señaló, reconectar las cinco Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, vinculando el magisterio latinoamericano a magisterio del papa Francisco marcando tres hitos: De Medellín a Aparecida, de Aparecida a Querida Amazonía, de Querida Amazonía al Jubileo Guadalupano y de la Redención 2031-2033.
El proceso de preparación
El 29 de febrero del 2020, señaló el cardenal Rodríguez Maradiaga, se reunieron en México, para comenzar un camino sinodal, con la meta de celebrar la primera Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe en el mes de noviembre de ese mismo año, pero días después el mundo se vio azotado por la pandemia.
A pesar de ello, manifestó el purpurado, el presidente del Celam, Mons. Miguel Cabrejos, inició el proceso de preparación. “Comenzó con una comisión de contenidos, que trabajó de junio a septiembre del año pasado, luego, siguió la redacción del que llamamos, Documento para el camino, que discurrió de la mano de un itinerario espiritual, con la metodología del ver, juzgar y actuar que traemos desde la conferencia de Medellín. Con un enfoque más preciso, en el escuchar, iluminar y actuar”. Retomando el proceso de escucha que se tuvo en el sínodo de la Amazonía, como eje central para alcanzar una mayor sinodalidad, “en todos los ámbitos de nuestra Iglesia”.
70 mil participantes en escucha
Por último, dijo que las 70 mil participaciones en las modalidades sugeridas personales, comunitarias, de grupos y foros temáticos, no fue “simplemente una recolección de datos. Es la contemplación compasiva y en salida de las personas, las comunidades, que nos hace capaces, como discípulos misioneros de identificar a Dios en ellas, asumiendo toda su realidad, con un corazón misericordioso”.
Un caminar juntos en sinodalidad
En la elaboración de esta Asamblea eclesial, cada Conferencia Episcopal eligió sus representantes, se determinó hacer una participación presencial y virtual. “Ya se celebraron dos pre-asambleas y el final de este proceso ha sido la publicación del Documento para el Discernimiento hace diez días. Que fue elaborado a partir de las múltiples contribuciones del Pueblo de Dios al proceso de escucha”. La participación activa de tantas personas, dijo por último, ha sido una gracia, una experiencia fuerte de sinodalidad, como se dice en el mismo Documento, ¡Caminemos juntos como peregrinos, enamorados del Evangelio, abiertos a las sorpresas del Espíritu!
(Patricia Ynestroza-Ciudad del Vaticano, Vaticannews.va)
Fuente: agenciasic.es