Vive la Pascua Dominical en la Eucaristía Parroquial.
En el Padre, movidos por el Espíritu y la entrega del Hijo.
En el misterio de la Trinidad nos movemos, vivimos y existimos. Vivimos en el Padre del Amor y Creador.Somos movidos y alentados por el Espíritu, cada día, en los grandes y pequeños momentos, allá por donde andemos, con nuestras circunstancias, expectativas, sufrimientos, dolores y logros. ¡Él siempre saca lo mejor de nosotros y nos anima!Contemplamos la entrega del Hijo, hasta el final, sin límites, modelo inspirador en nuestra vida.El Espíritu nos guiará hasta la verdad plena, nos hará entrar en la comunión única del Padre y del Hijo, que nos llama a todos nosotros a la unidad.Hagamos del misterio trinitario un canto inspirador para nuestra vida cotidiana.
Fuente: Revista 21. Dibujo: Patxi Velasco FANO – Texto: Fernando Cordero, ss.cc.
Lo más importante
Este pasaje del evangelio de Juan nos sitúa en el misterio de Dios. Dios no es un ser solitario, condenado a estar cerrado sobre sí mismo, sino comunión interpersonal y comunicación gozosa de vida. Dios es vida compartida, amor comunitario, comunión de personas. Ese Dios no es alguien lejano a nosotros. Está en las raíces mismas de nuestra vida y de nuestro ser. En él vivimos, nos movemos y existimos. Pero no siempre estamos abiertos y, lo que el Espíritu nos revela y comunica, pasa desapercibido. Nuestra vida es un camino trinitario. Llevamos como cayado el apoyo mutuo, el perdón, la hospitalidad, el amor recíproco… Es un estilo de vivir que buscamos en nuestras familias, comunidades, relaciones sociales y que intentamos compartir en nuestro trabajo cotidiano, lo que pasa que no siempre estamos con la suficiente calma como para hacernos conscientes de ello.