Vive la Pascua Dominical en la Eucaristía en Casa y en la Parroquia.
Entrega a Dios toda tu pequeñez
Mc 12,38-44. La mente de Dios es revolucionaria. ¿Qué es lo que salva, lo que remueve, lo que sana, lo que cambia la lógica de todo? La ternura, la entrañable misericordia de Dios, revestido de viuda, necesitada, pobre que se da a sí misma. Da la ofrenda de su Amor, de todo lo que tiene. Como ella, entreguemos también a Dios toda nuestra pequeñez.
El tejido escondido de la ternura, en la viuda del Evangelio, salva el mundo. Tantos gestos de personas anónimas que se dan a sí mismas, a fondo perdido, por los demás, sostienen a una humanidad que necesita de esta entrañable ternura. Como la viuda, entreguemos a Dios toda nuestra pequeñez.
Dios salva el mundo a través de los más pequeños. La ternura de Dios se despliega por los más sencillos, los que no cuentan. Y, sin embargo, son ellos los que nos muestran el camino para dar la vida hasta el final, dándonos, con la moneda de nuestro amor, como Jesús nos enseñó. Así que, como la viuda, entreguemos a Dios toda nuestra pequeñez.
Fuente: Dibujo: Patxi Velasco FANO – Texto: Fernando Cordero, ss.cc.
Rompe la indiferencia – 32º Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
Mc 12,38-44. En un mundo como el nuestro necesitamos conservar la ilusión de que en nosotros hay todavía un corazón humano y compasivo. La viuda no aparece en actitud pasiva, esperando que otros lleguen y le ayuden, sino que viene a presentarse en gesto activo, solidario y gratuito. Su experiencia contagia y hace descubrir. Una imagen vale más que mil palabras y un testimonio más que todos los discursos. El encuentro con Dios no se consigue a través de unos ritos externos suntuosos, sino a través de gestos sencillos y silenciosos. Que no sea yo quien menosprecie y deje de hacer las cosas pequeñas de cada día.
Fuente: Editorial Verbo Divino – EVD.