El poder de la oración, lenguaje directo con Dios, «lo he experimentado en mis carnes». Estrella Morente.
Estrella Morente nació rodeada de arte.
Hija del cantaor Enrique Morente y la bailaora Aurora Carbonell, se empapó del flamenco y la copla desde la cuna. También de sus padres aprendió a rezar. «Lo vi en mis mayores, que me lo trasladaron y me lo inculcaron como una necesidad del alma», confiesa.
«Creo absolutamente en el poder de la oración. Es el lenguaje directo con Dios. Los padres necesitamos hablar con los hijos, y que ellos aprendan a hablar con nosotros y a pedirnos lo que necesitan, lo que quieren… Si un niño le pide a su padre unos zapatos nuevos porque los suyos están viejos, seguro que en, cuando sus posibilidades se lo permitan, su padre no va a olvidar esa necesidad. Pues más aún nuestro Padre celestial, que nos cuida, nos protege, nos concede lo que necesitamos y siempre, siempre, nos escucha». Con esta confianza se acerca Estrella Morente a la oración.
«Estoy convencida, y lo he podido comprobar en mis propias carnes, de que cuando uno ora con la verdad de su corazón y con la necesidad de su espíritu, de manera directa, se crea un vínculo y un hilo irrompible e indestructible que permite que veamos hechas realidad cosas o situaciones que sin el poder de la oración nunca serían».
Sentir cada palabra, cada silencio
Estrella recuerda de niña el “Jesusito de mi vida”, el Padrenuestro y el Avemaría. Pero tras años leyéndolo o rezando de carrerilla, esta forma de rezar «no parecía hacer su labor en mi interior», afirma. «Después de atravesar varias lagunas importantes en mi diálogo con Dios, por fin ha llegado a mi corazón y a mi entendimiento la manera más natural de comunicarme con Dios: decirle lo que siento, de la misma manera que se lo diría a mi padre en la tierra. He descubierto que mi gozo es mayor cuando siento cada palabra que le digo, a veces en forma de cántico, otras de grito, otras de silencio… Y Él, que todo lo recibe y todo lo entiende, abraza mis súplicas y me hace sentir que está muy cerca, muy presente y es entonces cuando siento que el Espíritu Santo se apodera de mi voluntad y ya no soy yo quien dirige ese momento o mi propia vida, sino Él que está en las alturas y es todopoderoso. Es en ese momento cuando me recuerda que hay alguien que vela por mí, que disculpa mis errores y me hace ser mejor cada día. Por eso invito desde aquí a poner la mano en nuestro corazón y orarle a nuestro Padre amado, que siempre escucha nuestras súplicas y sabe ver la pureza de nuestro corazón. Como él dijo en su momento y para siempre: “Pide y se te dará”, o como dicen las escrituras: “Deléitate en el Señor, y Él te concederá los deseos de tu corazón” (Salmos 37,4).
Fuente: DiócesisdeMálaga. Ana María Medina.
Amy Coney Barrett: «Creo en el poder de la oración». Nueva magistrada de la Corte Suprema de los EE.UU.
(InfoCatólica) Barret dirigió un discurso ante los senadores en el que mostró la importancia que juega para ella su familia. «Mi esposo Jesse y yo hemos estado casados durante 21 años. Ha sido un compañero desinteresado y maravilloso en cada paso del camino… somos padres de siete maravillosos hijos». Entre esos hijos figura el más pequeño «Benjamín, que tiene síndrome de Down. Es el favorito unánime de la familia»
La futura jueza del Supremo evocó la memoria del juez Antonin Scalia, su mentor, católico como ella, que falleció en febrero del 2016:
También trabajé como asistente del juez Scalia y, como muchos estudiantes de derecho, creíaque sabía acerca de la justicia antes de conocerlo, porque había leído muchas de sus llamativas y accesibles opiniones. Sin embargo, más que el estilo de sus escritos, fue el contenido del razonamiento del juez Scalia lo que me moldeó.
Su filosofía judicial era clara: el juez debe aplicar la ley como está escrita, no como el juez quiere que sea. A veces, este enfoque implicaba obtener resultados que no les gustaban. Pero como dijo en uno de sus juicios más conocidos «esto es lo que significa decir que tenemos un gobierno de leyes, no de hombres».
Fiel a sus creencias
La influencia de Scalia fue más allá de su labor como juez:
«El juez Scalia me enseñó más que la ley. Era devoto de su familia, firme en sus creencias y sin miedo a las críticas. Y cuando me embarqué en mi carrera como abogado, decidí mantener la misma perspectiva. En nuestra profesión, existe una tendencia a tratar el ejercicio de la abogacía como una actividad generalista, perdiendo de vista todo lo demás. Pero esto hace que la vida sea superficial e insatisfactoria. Trabajé duro como abogada y como profesora; se lo debía a mis clientes, a mis estudiantes y a mí misma. Pero nunca dejé que la ley definiera mi identidad ni me quitara el resto de mi vida.
Un principio similar también se aplica al papel de los tribunales. Los tribunales tienen la responsabilidad vital de hacer cumplir el estado de derecho, que es fundamental para una sociedad libre. Pero los tribunales no están diseñados para resolver todos los problemas o corregir todos los errores de nuestra vida pública. Las decisiones políticas y los juicios de valor del gobierno deben ser realizados por ramas políticas elegidas por el pueblo y responsables ante el pueblo. El público no debería esperar que los tribunales hagan esto, y los tribunales no deberían intentarlo»
La razón de aceptar el nombramiento
Barret explica por qué aceptó el nombramiento de Trump:
«Cuando el presidente me ofreció este nombramiento, me sentí profundamente honrada. Pero no era un puesto que haya estado buscando y lo pensé detenidamente antes de aceptarlo. El proceso de confirmación, y el trabajo de servir a la Corte si soy confirmada, requiere sacrificios, particularmente por parte de mi familia. Decidí aceptar el nombramiento porque creo profundamente en el estado de derecho y en el lugar de la Corte Suprema en nuestra nación. Creo que los estadounidenses de todos los orígenes merecen una Corte Suprema independiente que interprete nuestra Constitución y nuestras leyes tal como están escritas. Y creo que puedo servir a mi país desempeñando este papel.
La jueza Barrett concluyó así su discurso:
«Como reflexión final, señor presidente, me gustaría agradecer a los muchos estadounidenses de todos los ámbitos de la vida que se han acercado a mí con mensajes de apoyo desde mi nombramiento. Creo en el poder de la oración, y ha sido alentador escuchar que tanta gente está orando por mí. Espero responder a las preguntas de la Comisión en los próximos días. Y si tengo la suerte de ser confirmada, me comprometo a cumplir fiel e imparcialmente con mis deberes para con el pueblo estadounidense como jueza asociado de la Corte Suprema. Gracias».
Fuente: InfoCatolica.