Su origen está a finales del S. XVIII o inicios del XIX.
Foto de Portada: Guía Turística de la Ribera del Duero.
Danzas de Paloteo de Fuentelcésped (Burgos), en el interior de iglesia de San Miguel Arcángel. Danza bailada por ocho niños vestidos con graciosos ropajes y tocados con alegres sombreros de flores.
Grupo de danza de paloteo de Fuentelcésped bailando en el interior de la iglesia San Miguel Arcángel mientras se sube a la Virgen de Nava, al altar. Fiestas Patronales de la Virgen de Nava, Fuentelcésped (Burgos), junio 2017.
Apunte personal
Una de las experiencias entrañables de mi infancia fue participar en el grupo de Danzantes de la Virgen de la Nava de Fuentelcésped (Burgos). Agradezco de corazón a Jesús García y Jiménez (+) por su blog Crónicas de Fuentelcésped y a Luis Miguel de Blas por la nota publicada en ese diario digital.
P.José Luis Miguel González,OSA
Los danzantes de Fuentelcésped.
Por Luis Miguel de Blas
LA FIESTA. A partir de la segunda quincena del mes de Mayo se empiezan a sentir en el pueblo de Fuentelcésped los preparativos de sus fiestas. Se eligen los mayordomos de la Virgen de Nava, que serán los encargados de atenderla hasta el próximo año. Invitan a las personas que han de ser «Zarragón», Danzantes y «Angelitos», a participar en los distintos actos de la fiesta. El «Zarragón» ha de ser un joven que haya sido danzante durante varios años y que por razón de edad o estatura no pueda seguir siéndolo. Tiene una doble función: por un lado, la de enseñar el paloteo y la perfecta ejecución de las danzas a los nuevos danzantes, y por otro, la de guiarles si se confunden el día de la fiesta, cuidando además de que la gente se separe lo suficiente para no molestar les, ayudándose para esta misión de una tralla simbólica. Los ocho danzantes se eligen entre niños de edades comprendidas entre nueve y catorce años, buscando más el acoplamiento de la estampa del niño y el traje que la perfecta ejecución de las danzas. De entre los más veteranos se buscan a los cuatro que mejor interpreten las danzas y bailen la jota, para ser “guías” del resto de los compañeros colocándoles en las cuatro esquinas de la formación. En el Ayuntamiento se sortea entre las cuadrillas quién ha de llevar los santos y la carroza de la Virgen. Se preparan las típicas rosquillas «de cañada», rellenas con miel, piñones y chocolate, que adornarán el ramo que un devoto dona a la Virgen para su posterior sorteo.
La víspera de San Antonio, hasta comienzos de los años setenta era la fecha en que se celebraba la «Traída». Hoy por imposición de las necesidades laborales se celebra el sábado más próximo al trece de junio. La «Traída» que se viene realizando desde 1760 consiste en trasportar a la Virgen desde su ermita situada a 2 Km. del pueblo hasta la Iglesia parroquial donde permanecerá hasta la festividad de San Juan, fecha de la «llevadas o devolución de la imagen a la ermita, que actualmente se celebra dos semanas después de la “traída”. Tradicionalmente el día de la “traída” los músicos esperaban en la plaza la llegada del “Zarragón”, que les acompañaba a buscar a los danzantes a sus casas, quienes tocando las castañuelas o “pitos”, al son del pasacalles, iban hasta la casa del cura donde les esperaba éste y la comitiva municipal. para ir en busca de la Virgen. Allí se colocaban los danzantes en dos filas de a cuatro, con los «guías» en las esquinas y el «Zarragón» en el centro, «dando la cara» a los ediles municipales para, al son de la jota segoviana, ir bailando hasta llegar a la ermita.
Otra nota vistosa de la fiesta la constituye la figura de los «Angelitos»; niños menores de cuatro años con la misión de adornar la carroza de la Virgen simulando, agarrados de cintas, tirar de ella. En la ermita los danzantes bailan ante la imagen hasta que ésta llega a la puerta donde se interpreta la primera danza, «La Marcha Real», de paloteo como el resto. Así comienza la procesión, que tendrá cuatro paradas más para interpretar en cada una de ellas una nueva danza. La siguiente en interpretarse será «Dios Te Salve María », con la que se dará comienzo al rezo del Santo Rosario. Luego se danzará «Arriba Quintana», después «La Palmira» y a la entrada de la iglesia parroquial «La Secretaria». Posteriormente se coloca la imagen con su carroza delante del altar mayor y se la despide con el cántico de la Salve en el que participa todo el pueblo.
El día de San Antonio, se sacará la carroza para la procesión y de nuevo los danzantes, volverán a interpretar las danzas en el mismo orden. En la “llevada” además del ritual ya descrito para la fiesta de la “traída”, se hace concurso de carrozas, finalizando la fiesta con una merienda campestre en la pradera de la ermita, para que al caer la noche con el cántico de la Salve y la despedida «Adiós Virgen María», se hagan votos por volver al próximo año. Durante su estancia en la parroquia. Todos los días hay rosario cantado por las calles del pueblo, sacando los estandartes y faroles de la Iglesia y ermita al mismo tiempo. También todos los días despiden a su patrona con la Salve cantada.
Los Danzantes
Manuel Rodríguez Rionegro relatando la historia de la Virgen en el libro «Milagros de María Santísima de Nava» habla, refiriéndose al año de 1760: dice que resolvieron junto con otros devotos el hacer una carroza o carro triunfante para colocar en él a esta Señora, llevarla y traerla en ella cuando se ofreciese… Y pudo colocarse la Soberana Imagen en ella, llevándola a su Ermita y trayéndola para su fiesta principal a esta parroquia, que se celebró con más de cuatro mil reales de coste de fuegos que vinieron de Alcalá, con más novillos y danzas». Refiriéndose al año siguiente vuelve a hablar de «gastos para fuegos, toros de muerte, sermones y danzas.» «…10 que todo pagaron los comisarios de esta Señora…». Los Danzantes de Fuentelcésped como tales, pueden tener su origen a finales del S. XVIII, principios del XIX. El mismo párroco citado anteriormente, en el informe que envía en el año 1786 a la Real Sociedad Económica de Amigos del País de la provincia de Segovia, habla, refiriéndose al pueblo y sus tradiciones, de la Virgen de Nava, su carroza, la devoción de los moradores, pero en ningún momento hace alusión a los danzantes; hecho que por tan singular y pintoresco, sería obligado citar. Tenemos conocimiento de la existencia de danzantes, en épocas muy anteriores, en otros lugares de la provincia de Burgos, como puede ser el caso de Villafranca de Montes de Oca, Barbadillo del Mercado, Juarros, etc… Justo del Río, en su libro «Danzas Típicas Burgalesas», citando a D. Anselmo Silva, hace una descripción de estos danzantes que ya en los siglos XVI y XVII iban contratados a otros pueblos: «Todos los danzantes según la tradición, se presentaban vestidos muy a la rústica… Usaban como prendas principales: las calzas, el tonelete, el juboncillo y algún vistoso pañuelo o alguna caprichosa banda y se ponían en la cabeza sus guirnaldas o coronas de laurel o de yedra, con mezcla de varias florecillas silvestres ».
La indumentaria de los danzantes ha llegado hasta nuestros días sin sufrir grandes variaciones, conservando toda su riqueza, colorido y tipismo. Destaca en estos trajes la viveza de colorido y los detalles utilizados en la ornamentación de cada una de las prendas, consiguiendo una estampa pintoresca muy agradable y llamativa. Llevan todos los danzantes zapatillas blancas y calzas caladas también de color blanco. El calzón, corto, de tela adamascada, se sujeta en la parte superior de la rodilla con un lazo de seda a juego con el «volante», rematado con fleco dorado. Las enaguas blancas, almidonadas y adornadas con puntilla de encaje. El volante, faldilla exterior que cubre totalmente las enaguas, llegando hasta la mitad del muslo, cambia de color según la fecha en que se ha de vestir y los danzantes que han de utilizarlo. Para la «Traída» y «Llevada», los «guías» van de rojo y el resto de amarillo y para el día de San Antonio visten los trajes nuevos, de color verde para los «guías» y rojo para el resto. La razón de estos cambios no es otra que la de preservar los trajes nuevos para el día de mayor lucimiento en el que los danzantes asistirán a misa, danzando después, en la procesión por las calles del pueblo. Llevan por adornos tres tiras horizontales, paralelas, de pasamanería dorada y, simulando un delantal, una M mariana decorada con una rosa en cada uno de sus vértices, todo ello de la misma pasamanería. La camisa blanca, cerrada en el cuello con una pajarita del mismo color que el volante, está adornada con chorreras de encaje, en las que lucen vistosos broches de pedrería que rememoran las condecoraciones del guerrero. Los danzantes, lucen también una banda transversal ceñida a la izquierda de la cintura y otras dos sujetas en los hombros y con tres lorzas a la altura del pecho, rematadas todas ellas con galón dorado. Los puños van adornados con encaje y sujetos con una cinta de pasamanería. Resulta especialmente curioso la espaldilla, escarapela de la que cuelgan cintas multicolores, que como su nombre indica, sujeta de los hombros, cubre toda la espalda. Además de las cintas, componen la espaldilla unas rosas, que sujetan las cintas, hechas todas ellas con tiras de seda.
Podría decirse que lo más llamativo del conjunto del traje es el gorro: alto, forrado con tela roja y adornado con un galón dorado, lleva encima un conjunto multicolor de flores de papel, hoy de tela, colocadas con exquisito gusto. El «Zarragón» viste más sobriamente, llevando pantalón blanco largo, banda cruzada roja, chorrera y en vez de espaldilla una M, hecha de bandas rojas.
Las Danzas
Las danzas de Fuentelcésped, son danzas de paloteo, de rancio sabor castellano; derivadas de las danzas guerreras del norte de España, de las que conservan varios elementos como el salto, cambios de ritmo, choque brusco de palos. Tienen su peculiaridad en que son interpretadas por niños, lo que las hace perder esa virilidad originaria, pero las hace ganar en encanto, por la gracia de los movimientos. El ritmo de ejecución es lento pero vivo. Al son de las dulzainas, los danzantes van formando en distinta s posiciones, girando y entrecruzándose haciendo cuatro calles, para finalizar cada danza con el palillo, ritmo muy acelerado en el que se repiten los movimientos anteriores, chocando los palos cruzados. Hay dos formas de entrechocar los palos: «palo sencillo» y «palo doble». El «sencillo» consiste en «marcar un puntos o sea golpear con el palo de la mano derecha sobre el palo que sostiene la mano izquierda. «Palo doble» es aquél que se ejecuta de la misma manera pero dando dos golpes en lugar de uno. Las danzas que se bailan actualmente son las cinco citadas anteriormente:
«La Marcha Real», «Dios te salve María» , «Arriba Quintana», «La Palmira», «La Secretaria».
Video: Paula Flórez Bayo.
Otras tres danzas han desaparecido; pero se están tratando de recuperar:
«La Pavana», «Los Francos», «Niña Bonita».
Las denominadas «La Cruz o Baile de la Virgen» y «La jota», no se consideran danzas sino bailes, pero ‘juntas constituyen la danzada, y siempre entre danza y danza se baila la jota. Las danzas se componen de las siguientes partes:
1° Lazo adentro – 2° Lazo afuera – 3° Cuatreo – 4° Calle arriba – 5° Calle abajo – 6° Media calle (para cambiar de posición).
No todas las danzas cumplen todos estos pasos, eliminándose en algunos casos el cuatreo. Pero siempre empieza la danza colocándose los danzantes en dos filas paralelas mirando a la Virgen.
A modo de epílogo
No sería justo ni correcto, que por parte del cronista dejase el resto a la imaginación siempre del amable lector; de vez en cuando creo que los escritores debemos adquirir el compromiso de bucear un poco en el campo de la investigación histórica, máxime cuando tengamos documentos u objetos diversos que nos lo permitan, y casualmente Fuentelcésped lo tiene; a pesar de un antiquísimo archivo parroquial, de un decanato anterior al Concilio de Trento, que por un “misterio fermoso” a “alguien” se le ocurrió la gentil idea, de sacarlo del ruinoso edificio conocido como Casaelcura, cabe la Plaza de España, y en lugar de almacenarlo en la sacristía del templo parroquial o en su defecto en la seguridad que ofrece en el Consistorio, la sala del archivo municipal; lo han trasladado a la sede del Obispado burgalés, con lo cual hogaño resulta asaz difícil – prácticamente una misión imposible -, poder consultar dichos legajos para un trabajo de calidad, o simplemente elaborar el árbol geanológico familiar por parte de cualquiera. Un archivo tan completo, que se sepa que gracias al mismo, un vecino de esta Villa – El profesor don Ángel García Sanz – obtuvo su tesis doctoral, cum laude, basada en solo una pequeña parte del contenido histórico que dicho registro almacenaba.
Pues ahora, sin poder acceder a dicha consulta, toca resignarse, es lo que se dice, y al parecer todavía hay quien disfruta negando el derecho a la información, bien sea intencionada o fortuitamente constituye un precipicio insalvable para una correcta difusión cultural histórica, o de investigación, de las crónicas de la Villa.
No obstante, gracias podemos dar al buen material que guarda nuestro archivo municipal, donde gracias a lo allí contenido se pueden tener conceptos mucho más claros y verídicos que los que se suelen transmitir de modo verbal, a pesar de la supuesta buena intención del relatante.
En lo que respecta al tema de esta monografía sobre danzas y danzantes, tan estrechamente unidas a la traída de la ermita y llevada a la misma a la imagen de Nuestra Sra. la Virgen de Nava, hay muchas matizaciones que varían ampliamente de lo que fue antaño, en su origen y tras el mismo.
La Romería (La «Traida» y la «Llevada»)
Las primeras noticias sobre la fecha de la “romería” de traída y llevada de la Virgen de Nava – tal y como comentábamos al comenzar esta crónica, con el ruego que se me permita la duplicidad de datos- corresponden a un periodo anterior, inclusive, a la construcción de la carroza de la imagen (Año 1.760-61), puesto que los danzantes, que está demostrada su existencia como mínimo con una antigüedad anterior a finales del siglo XVII, puesto que años más tarde, en 1.735, figura en el registro del consistorio gastos para adquirir zapatillas para los danzantes. Siendo la primera fecha donde se menciona su existencia, aún así seguimos suponiendo que tanto las danzas como sus danzantes son de las más antiguas de paloteo tanto de Burgos como anteriormente de Segovia cuando Fuentelcésped era villa eximida de dicha provincia y salvo datos que nos confirmen lo contrario estaríamos, sin exagerar, hablando de mediados o finales del siglo XV, en una época en que Fuentelcésped como aldea, era un señorío de abadengo dependiente del monasterio de La Vid, sin ir más lejos; a pesar de eso tampoco hemos encontrado documentación que aporten datos suplementarios sobre la presumible antigüedad de las danzas que comentamos. Lo que tampoco se refleja con suma claridad, es si las danzas siempre estuvieron unidas, tal y como creemos que debe de ser, a la festividad de la romería de la traída y llevada de Ntra. Sra. la Virgen de Nava, o si por el contrario las danzas fueron anteriores, como se supone, según otras fuentes, y posteriormente se fusionarían dentro de este ambiente religioso-festivo, cristianizando unas danzas paganas.
Por lo tanto queda claro, que las danzas al ser bastante anteriores a la construcción de la carroza de la Virgen de Nava, por lo que casi con seguridad la imagen estaría portada por anderos durante todo su recorrido, en caso de ser estas romerías de una antigüedad anterior como se supone, y eso sí acompañada por los danzantes hasta el templo parroquial y viceversa, prácticamente como hogaño, salvo documentación no encontrada que atestigüe lo contrario.
También existen posibilidades, al parecer documentadas, de que las primitivas romerías procesionales desde la ermita, fuesen en una festividad muy diferente, casi con seguridad en una fecha indeterminada de septiembre, aunque no se sabe si por mucho tiempo, sí que es sabido que posteriormente se cambiarían a la fecha actual. Se dice que las causas obedecían a que el paso obligado de la comitiva procesional, fuera de la Villa, transcurría entre viñedos y los romeros entraban a saqueo en las viñas a comer racimos de los ricos frutos ya maduros, con el lógico destrozo y merma de la cosecha para sus propietarios. Por tal motivo se eligió una fecha próxima al solsticio de verano, periodo exento del peligro citado; y cabe la suposición que al existir una imagen de San Antonio en la ermita, por afinidad, el día de la traída quedaría fijado en la víspera de dicha efeméride, cambiándose muy posteriormente por necesidades marcadas por la vida laboral al viernes más próximo hasta la actualidad.
Aunque existen muchas polémicas sobre la idoneidad de la fecha de la celebración, que en ocasiones dichas opiniones contrapuestas han causado hasta cierta división entre los vecinos e inclusive entre amigos y visitantes, aduciendo que la fecha actual es poco propicia para una aceptable asistencia, sobre todo de fuentelcespenses no residentes en la villa, u otras personas enamoradas de estas ancestrales fiestas unidas tanto a los danzantes como a la devoción debida a la Virgen de Nava.
El problema (por llamarlo de algún modo) estriba, según ha podido contrastar este cronista, escuchando diferentes opiniones de sus vecinos, es que celebrando las fiestas en fecha actual, aproximadamente, en la segunda quincena del mes de junio se crean problemas de asistencia al ser épocas de exámenes tanto para escolares como universitarios, a diferencia de la alternativa de realizarlo 15 días más tarde y a primeros del mes de julio que aparte de ser un mes vacacional, con temperaturas similares a las del periodo anterior, los días gozan de ser un poco más largos y es posible siempre ampliar las actividades festivas en dichos eventos con el añadido que el mes de julio ya goza de periodo vacacional como ya se ha comentado. Por otra parte, otro nutrido grupo de vecinos que no convenciéndoles tales argumentos, insisten vehementemente en dejarlo como está. Siempre es bueno que existan estas divergencias de opiniones, siempre que medie el respeto debido, pues en una villa con poco más de dos centenares de habitantes…de algo se tiene que hablar para pasar el rato.
A pesar que hace algunos años las fiestas cambiaron la fecha al citado mes de julio, pero al año después volvieron a celebrarse la quincena anterior, se adujeron como causas la imposibilidad, al parecer minoritaria según fuentes consultadas, de alguien al no poder asistir por “motivos de la cosecha del cereal.” Tales cambios, retrasando las fechas habituales, se produjeron a finales de la década de los noventa –del siglo XX, claro- , siendo alcalde de la Villa don Enrique Pascual García y cura párroco de la localidad, igualmente en aquella fecha, don Agustín Peña, que en una entrevista realizada muy anteriormente, a un medio local exponía:
Lo que si urge corregir, como sugerencia y según he escuchado a más de un asistente, aunque de esto no existan discordancias notorias al respecto, es la tardía hora tras el mediodía en que se realiza la procesión el día posterior a la traída de la Virgen; en opinión de muchos demasiado tarde por el calor reinante, cuando podría estudiarse la alternativa de finalizar a una hora más temprana previa a las citadas 12 horas, una hora más racional y civilizada, posiblemente hasta madrugando un poco, y que así propiciase un relajado momento posterior del tradicional vermú y realizar la comida de un modo sosegado a la hora habitual, en lugar de una hora próxima a la merienda, como alguien comentó.
Es un dato curioso, que Fuentelcésped tenga una merecida fama, inclusive extramuros, de realizar todas sus procesiones prácticamente “a la carrera”, un modo de procesionar bastante peculiar cuyo sello de origen parece patentado, sin someterlo en absoluto a ningún tipo de crítica; por la parte que nos incumbe; y en cuanto a la citada procesión del sábado con los danzantes, aquí cambia radicalmente la tónica, y su tiempo sobre el recorrido alcanza en comparación límites increíbles, y exagerando, podríamos casi compararla en duración con cualquier procesión sevillana. Posiblemente, y se supone que es deseo de todos, algún día se consiga subsanar, aunque de momento continuarán las disonancias, optando algunos muchos por asistir y otros pocos por no hacerlo, aunque en Fuentelcésped siempre las tradiciones, en este caso por fortuna, llevan la delantera en lo que se refiera a prioridades, así se escribe la historia.
Recapitulando
Concretándonos nuevamente en lo que en sí son las danzas de Fuentelcésped, tanto como otras de paloteo de la provincia, se les supone de ligadas en origen al norte de España, bien como danzas guerreras, o al ser ejecutadas por niños se puede entender también como un paso a la pubertad del adolescente:
Estas danzas deben emparentarse con ritos paganos, siendo en esta cuestión de la procedencia u origen donde las teorías se enfrentan con mayor fuerza: la idea más generalizada hace unos años era dar a estas danzas un carácter guerrero; su origen sería la derivación de las danzas de espadas, de origen megalítico y significado medicinal o curativo, según M. Schneider. Pero cada vez se impone más la cuestión de atribuirlas cualidades propiciatorias y de fertilidad, emparentándolas de este modo con ritos agrarios ancestrales. En este sentido resulta acertada la idea de Josep Crivillé en la que recuerda cómo los palos o pequeños bastones fueron los primeros instrumentos del hombre para realizar sus tareas de agricultura en las sociedades preagrarias. Por otra parte es un hecho indiscutible la creencia de considerar a la danza como elemento que favorece la germinación de cosechas. Esto puede verse refrendado en muchos de los pasajes de estos bailes, cuando los propios danzantes se inclinan hacia la tierra y clavan el palo en ella recordando esta actividad agraria de la siembra por medio de un bastón. Otra posibilidad que se baraja es la de contemplar los paloteos como restos de antiguas danzas gremiales.
Igualmente los bailes de paloteo son recuerdos de los ancestrales rituales de entrenamiento militar de los pueblos libres medievales, requieren pericia, fuerza y arte y son peligrosos pues producen heridas a menudo. Eso significa que la sociedad de la tradición no tenía tendencia a “proteger” a los niños más allá de lo natural en la primera infancia, confiaba en sus capacidades y en sus habilidades y no les relegaba a los espacios y las cosas para niños.
Las danzas de Fuentelcésped, como la mayoría de las danzas de paloteo, han sido primordialmente ejecutadas por jóvenes del sexo masculino, como anteriormente anticipábamos y así lo reconoce en algún documento la Diputación burgalesa. Inclusive el antes citado, don Agustín Peña, que fue párroco de la Villa entre 1.985 hasta pocos años antes de su fallecimiento, manifestaba en la misma entrevista según el texto que se adjunta como ilustración:
Actualmente ante la falta de varones han sido suplidos algunos de los puestos de danzantes por jovencitas que aparte de no desmerecer las tradicionales danzas, las ejecutan primordialmente, e inclusive en alguna ocasión el puesto de Zarragón ha sido ejecutado por alguna dama de modo un tanto excepcional.
Tanto gramaticalmente como oficialmente, decimos igualmente Zarragón pues a pesar de no figurar en el diccionario de la RAE, el nombre resulta igual para el masculino que para el femenino, y no «zarragona» como alguien erróneamente dijo; que sería lo mismo que danzante, que se utiliza para ambos géneros y no «danzanta». Máxime en estos tiempos que los señores políticos, principalmente, dentro de su semántica recalcan hasta el hastío una falsa matización sexista en cuanto a la diferenciación de nombres, contraviniendo en un elevado porcentaje los cánones gramaticales de nuestra lengua.
Sirvan estas líneas, posiblemente farragosas, a modo de concordia para que de un modo sosegado, desinteresado y en aras de soluciones se pueda llegar entre todos a un acuerdo que aparte de garantizar la continuidad de las fiestas se logre determinar una época que puedan asistir, sin egoísmos personales, el mayor número de vecinos residentes y no residentes posibles, como amigos y visitantes que en resumidas cuentas es lo que necesita el pueblo; como la potenciación de las danzas y los danzantes, sin los cuales nuestras fiestas no tendrían razón de ser, al menos en cuanto a su reconocimiento extramuros, más allá de lo devocional.
Con esta noble y centenaria tradición de las danzas y los danzantes, jamás nos haremos una mediana idea para no tener que pensar ni por un momento, que no sabemos lo que tenemos en cuanto a este patrimonio inmaterial, por lo que muchos piensan que son más valorados por foráneos que por los propios fuentelcespenses, en cuanto a lo artístico y folclórico se refiere, un bien inmaterial que es nuestro, de todos y no un patrimonio inmaterial privativo de unos pocos. ¿No es cierto?
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El mes de junio toca al ocaso, ya es el sábado de la llevada; al filo de la medianoche tras repicar las campanas de la ermita los romeros devotos entonan cantando la Salve al unísono. Las fiestas tocaron fin por este año. Fuentelcésped tiene mucho amor a las tradiciones y a su Virgen de Nava, los paisanos tratan por todos los medios de evitar la desaparición de la fiesta, su fiesta; que ni más ni menos se remonta a mil cuatrocientos y pico, como ya se ha citado, cuando su iglesia parroquial aún era de un románico rural y Colón no se había embarcado en la aventura americana. Pero ya en este preconizado final de fiestas, los fuentelcespenses no pueden ocultar un cierto tono fatalista cuando dicen eso de: «…ya veremos qué pasa el año que viene » … sin embargo esas preocupaciones desaparecen al año siguiente, en las mismas fechas en las que todos los vecinos – tanto los que viven en el pueblo, como los que se vieron obligados a emigrar – marchan a media tarde del sábado, horas antes del ocaso, a acompañar a la Virgen de regreso a su ermita, a su santuario. Y todos ellos, a pesar de las dificultades y “alma en vilo” año tras año, no dejan de corear al Zarragón, cuando después de cada danza grita “Viva la Virgen de Nava y todo su acompañamiento”.
Potuit decuit ergo fecit. (“Pudo, convenía, entonces [lo] hizo”).