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Anunciado en el Vaticano tras un consistorio. 13 junio 2025.

Cambio en el guión: la canonización de Carlo Acutis será el 7 de septiembre.

El Vaticano ha anunciado la canonización de Carlo Acutis, que estaba prevista inicialmente para el 27 de abril pero que se tuvo que posponer por la muerte del Papa Francisco. Finalmente tendrá lugar el próximo domingo 7 de septiembre.

Junto a él será canonizado también Pier Giorgio Frassati, que ha seguido un proceso un tanto curioso. En su momento, el Papa Francisco anunció durante una audiencia general que iba a canonizar a este laico italiano en el marco del Jubileo de los Jóvenes, pero su decisión no se plasmó en ningún documento oficial ni se discutió en un consistorio, como es habitual.

El primer santo millenial. Iglesia de Santa María la Mayor de Asís, Italia. Foto: CNS / Justin McLellan.

Fuente: alfayomega.es – José – Calderero de Aldecoa 13 de Junio de 2025.

Serán los primeros santos canonizados por el nuevo Papa. Un signo poderoso para la juventud del mundo: dos vidas enraizadas en la fe, el servicio y el amor a Cristo.

LA VOZ DE CARLO ACUTIS – Documento inédito.

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El Papa León XIV canonizará a Pier Giorgio Frassati y Carlo Acutis el 7 de septiembre

En su primer Consistorio Ordinario Público para la Canonización de algunos Beatos, el Papa León XIV ha decretado que los dos jóvenes serán canonizados el domingo 7 de septiembre. Y los Beatos Ignazio Choukrallah Maloyan, Peter To Rot, Vincenza María Poloni, María del Monte Carmelo Rendiles Martínez, María Troncatti, José Gregorio Hernández Cisneros y Bartolo Longo serán canonizados el domingo 19 de octubre de 2025.

La Oficina para las Celebraciones Litúrgicas del Sumo Pontífice dio a conocer que la mañana de este viernes, 13 de junio, a las 9.00 horas, en la Sala del Consistorio del Palacio Apostólico Vaticano, el Papa León XIV ha presidido la celebración de la Hora Tercia y el Consistorio Ordinario Público para la Canonización de algunos Beatos.

Durante el Consistorio, el Papa decretó que el beato Pier Giorgio Frassati, junto con el beato Carlo Acutis, serán inscritos en el Registro de los Santos el domingo 7 de septiembre de 2025; mientras que los beatos Ignazio Choukrallah Maloyan, Peter To Rot, Vincenza María Poloni, María del Monte Carmelo Rendiles Martínez, María Troncatti, José Gregorio Hernández Cisneros y Bartolo Longo serán inscritos en el Registro de los Santos el domingo 19 de octubre de 2025.

Los dos jóvenes futuros santos

Los dos jóvenes futuros santos

Acutis y Frassati serán santos juntos

Tras el fallecimiento del Papa Francisco, ocurrido el pasado 21 de abril, la fecha de canonización de los dos jóvenes cambiaron. De hecho, fue Jorge Mario Bergoglio quien anunció la canonización de Acutis y Frassati en la Audiencia general del 20 de noviembre del año pasado, provocando un atronador aplauso en la Plaza de San Pedro ese día. Para Acutis, beatificado en Asís el 10 de octubre de 2020, la fecha establecida había sido el 27 de abril, segundo domingo de Pascua también conocido como de la Divina Misericordia, en el marco del Jubileo de los Adolescentes. Mientras que Frassati habría sido proclamado santo en el Jubileo dedicado a la Juventud del 28 de julio al 3 de agosto. El día de la muerte del Papa argentino se había anunciado la suspensión de la ceremonia de canonización del joven Carlos; todavía no se ha recibido ninguna información concreta sobre Frassati.

Hoy, sin embargo, el anuncio de la fecha, junto a la novedad de la elección simbólica del Papa León XIV de inscribir en el registro de los santos el mismo día a estas dos jóvenes figuras, de épocas diferentes y con experiencias absolutamente diferentes pero unidas por un fuerte amor a Cristo y la capacidad de transmitirlo a todos aquellos que tuvieron la oportunidad de cruzar sus caminos.

Fuente: vaticannews.va

Pier Giorgio Frassati

Piergiorgio nació en Turín en 1901 en el seno de una rica familia burguesa: su padre Alfredo, senador liberal, periodista, propietario del periódico «La Stampa», amigo íntimo de Giolitti, del que fue enviado a Berlín como embajador de Italia; su madre era una pintora muy reconocida: El rey de Italia, Víctor Manuel III compró uno de sus cuadros expuestos en la Bienal de Venecia. El clima que se respiraba en la casa de Frassati no era en algún modo una «atmósfera de fe», pero el Señor supo cómo abrirse camino en los corazones de las personas dispuestas a escucharlo.

El sistema familiar se combate desde dentro

Piergiorgio rechazaba el tipo de vida que se conducía en casa y también se sentía a disgusto en la clase social a la que pertenecía; además, la fe era un elemento más de forma que de sustancia. Compartió su infancia con su hermana Luciana, apenas un año más joven, su única confidente en cuanto comenzaron a emerger los contrastes cada vez mas frecuentes con mamá y papá. Por si fuera poco, Piergiorgio no era un gran estudiante, pero logró entrar al Instituto Social de los Padres Jesuitas y luego, después del bachillerato, se inscribió en Ingeniería Mecánica con especialidad minera para estar cerca de los mineros, considerados entonces los más explotados entre los explotados. En esas difíciles condiciones familiares, de todos modos Piergiorgio decidió quedarse en casa, junto a su familia, para poder ejercitar su grande empeño social y su caridad a los pobres, su amor a la oración y a la eucaristía, que superaron con creces su escasa dedicación al estudio. Desafortunadamente, no alcanzó a obtener en vida su título de ingeniero y sólo hasta el 2002 le fue concedido «honoris causa».

«Holgazanear» al servicio de la justicia y la caridad

En efecto, los ásperos enfrentamientos con su padre no se hicieron esperar; sin embargo los duros desaguisados eran en una sola direción pues cuando Alfredo calificaba a su hijo como «un inútil», y le recriminaba su «vagabundeo» por la ciudad entre personas que no estaban a su altura social, Piergiorgio, por su parte, no respondía a las provocaciones de su padre con la suficiencia y el orgullo propio de los jóvenes de su clase; al contrario, su alegría era avasalladora, siempre sonreía y aceptaba los reproches con los mismos ojos serenos de un joven que comparte las inquietudes y problemas de sus coetános y que mira con amabilidad al prójimo necesitado. Su mirada estaba llena de aquel auténtico amor evangélico y de aquella verdadera participación en el sufrimiento de las personas desheredadas. En estos años se inscribió prácticamente en todas las asociaciones católicas existentes para los laicos, empezando por la Conferencia de San Vicente, la Acción Católica, la FUCI, dondequiera que hubiera necesidad y donde pudiera ser enviado para servir a las personas desprovistas de todo.

Empresa «Transportes Frassati»

Sus amigos se burlaban de su empeño social y lo llamaban «Empresa Transportes Frassati» porque siempre iba a los techos de las «cuevas» de los pobres, a las casas de la periferia de Turín, que era sin duda una ciudad de grandes santos y de intelectuales pero también de muchísimos trabajadores explotados, pobres y abandonados. A estas personas Piergiorgio les proveía de todo: comida, ropa, madera, carbón, muebles; para estos prójimos empobrecidos gastaba todo el dinero que su familia le daba, y que cada vez sería menos. En este periodo también se acercó a la espiritualidad de los dominicos y se convirtió en terciario; en Berlín también tuvo la oportunidad de conocer al Padre Karl Sonnenschein, «el san Francisco alemán». Ese encuentro le hizo preguntarse sobre la posibilidad de convertirse en sacerdote; una idea fugaz que Piergiorgio dejó de lado porque se dio cuenta de que no era esa su vocación. Èl, como laico, era más feliz cuando prefería la compañía de los pobres a la compañía de los jóvenes burgueses, pues a través de ellos colmaba su sed de concretar el Evangelio. Por eso, sería un error pensar que hubiera sido un tipo extraño o aislado cuando abandonaba las ocasiones de diversión «burguesa» para participar activamente en la misa. Al contrario: buscaba siempre estar en contacto con la fuente de la vida verdadera y, entre otras cosas, era un gran apasionado de la montaña, con una gran experiencia de alpinismo.

Parece que llega el amor…pero no se concretiza

Un día en que se divertía con sus amigos, conoció a Laura Hidalgo. Piergiorgio se enamoró inmediatamente de ella, pero será un amor imposible que conservará en su corazón y todo para sí mismo; primero, para no causarle a ella una falsa ilusión, y luego, para no dar a su familia otro disgusto, ya que esta inteligentísima y bella chica pertenecía a una clase social mucho más baja. Un sacrificio que pocos jóvenes habrían podido soportar. Piergiorgio, en cambio, supo enfrentar esta durísima renuncia con una sonrisa, porque sentía en el fondo de cada fibra de su corazón que el verdadero amor era el eterno, y que ese amor le esperaba en su próxima vida, la que tal vez empiezaba a vislumbrar, llegando incluso a anhelar que no tardase en llegar el día de su nacimiento para el cielo, llamándolo «el más hermoso de todos». En este último período fundó la «Compañía de los Chicos Fastidiosos» cuyos miembros, «estafadores y estafadoras», se ponían apodos divertidos (el de Piergiorgio era Robespierre), hacían viajes y bromas, pero sobre todo aspiraban a la más profunda de las amistades: aquella fundada en el santo vínculo de la oración y de la fe siempre alegre: una sincera amistad cristiana, en ciertos aspectos renovadora y profética de una buena parte del asociacionismo secular de la Iglesia.

Una muerte inesperada

Era el 30 de junio de 1925. Toda la familia Frassati estaba tan preocupada por la deteriorada salud de la abuela Linda, moribunda, que nadie le prestaba atención a Piergiorgio, que acusaba un fuerte dolor de cabeza y no tenía apetito. Algo insólito para él, que siempre solía estar tan bien dispuesto y saludable. Se darán cuenta de la seriedad de su malestar sólo en el día del funeral de la abuela, cuando Piergiorgio ya no pudo ni levantarse de la cama. Desafortunadamente será demasiado tarde pues la poliomielitis fulminante, posiblemente contraída en las chabolas, le troncará la vida el 4 de julio, a sólo 24 años. Miles de personas asistieron a su funeral: la mayoría de ellas eran las personas pobres de Turín a las que había ayudado materialmente con su actividad social y a las que había evangelizado con el ejemplo de su vida llena de la alegría de un Dios eternamente joven. Conmovido por el intenso dolor e impresionado por la gran multitud, el padre repetía sollozando: «¡No conocí a mi hijo!»

El «primer milagro» de Piergiorgio

Alfredo Frassati se quedó muy deprimido y no halló un consuelo pues comprendió muy tarde quién había sido realmente su hijo. Su corazón se había roto porque Piergiorgio le había dejado un vacío demasiado grande, un silencio ensordecedor. Con todo, Alfredo no se escapó de tal sufrimiento y se dejó horadar en profundidad por el dolor. Lentamente ese vacío se fue llenando con una nueva luz que venía de la Palabra de Dios. Alfredo se fue acercando a la fe y su esperanza y su caridad maduraron día con día hasta el final de su vida. Murió en 1961 despuès de una progresiva y maravillosa conversión que muchos consideraron, tal vez con razón, el «primer» milagro de Piergiorgio.

Oración a Piergiorgio Frassati:
Señor Jesús,
danos el valor para volar alto,
para escapar de la tentación
de la mediocridad y la banalidad;
haznos capaces, como Piergiorgio,
de aspirar a cosas más grandes
con su tenacidad y perseverancia
y de acoger con alegría su invitación a la santidad.
Líbranos del miedo a no tener éxito
y de la falsa modestia de no sentirnos capaces.
Concédenos la gracia que te pedimos
por intercesión de Piergiorgio
y la fuerza para continuar fielmente
en el camino que nos conduce «hacia lo alto»,
por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Fuente: vaticannews.va

AMIGOS DEL CIELO, COMPAÑEROS DE CAMINO

Hoy la Iglesia se alegra y da gracias: el próximo 7 de septiembre, Carlo Acutis y Pier Giorgio Frassati serán proclamados santos. Jóvenes, apasionados, sencillos… dos almas que, en tiempos distintos, caminaron con los pies en la tierra y el corazón en el cielo. Sus vidas fueron una respuesta generosa al amor de Dios, un “sí” encarnado entre estudios, amigos, fe viva y un profundo compromiso con los más pobres y con la Eucaristía. Ellos nos recuerdan que la santidad no es cosa de pocos, ni de otros tiempos… sino una invitación para hoy, para todos.

Verlos subir a los altares no es un acto lejano o decorativo, es un grito suave que nos dice: ¡vos también podés! Vos, con tu rutina, tus luchas, tus búsquedas, tu deseo de hacer el bien y de amar más. La santidad no consiste en hacer cosas extraordinarias, sino en vivir lo ordinario con un amor extraordinario. Hoy quiero decir: “Mi amigo del cielo, intercede por mí… para que también yo sea santa en lo cotidiano”. Que su testimonio me impulse, que su alegría me contagie, que su amistad me acerque más a Jesús.

¿A qué me invita hoy su vida y su ejemplo? #SantosEnZapatillas

Mirza Deras, r.a

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