San Agustín Vocación

Cari y Esther: Mártires de vida. Agustinas. Semilla de nuevos cristianos.

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Caridad Álvarez y Esther Paniagua, agustinas misioneras, asesinadas en Argel (23/octubre/1994).

En enero de 2018, el Papa Francisco anunció su beatificación, junto con la de los otros 18 cristianos que murieron durante estos años en Argelia. Con motivo de esto, la Oficina de comunicación de Agustinos Recoletos publicó un documental con testimonios de agustinos y agustinas que vivieron en primera persona los sucesos. Piedad Pacho, María Jesús Rodríguez, Mari Paz Martín, Alejandro Moral, Miguel Miró, Javier Pipaón y Carlos María Domínguez repasan la vida, la muerte y el testimonio que supone el martirio de Cari y Esther, el 23 de oc­tu­bre de 1994, en el do­cu­men­tal Cari y Est­her: már­ti­res de vida”.

SIC. El papa Fran­cis­co apro­bó el pa­sa­do sá­ba­do 27 de enero el de­cre­to de bea­ti­fi­ca­ción de las re­li­gio­sas agus­ti­nas mi­sio­ne­ras Ca­ri­dad Álva­rez Mar­tín y Est­her Pa­nia­gua Alon­so, ase­si­na­das en 1994 en Ar­gel, jun­to a la de los otros 17 sa­cer­do­tes y re­li­gio­sos que mu­rie­ron en­tre 1994 y 1996 en Ar­ge­lia. El San­to Pa­dre re­co­no­ció el mar­ti­rio de las dos es­pa­ño­las y el res­to de cris­tia­nos que mu­rie­ron du­ran­te los años más du­ros de la Gue­rra Ci­vil ar­ge­li­na.

Con este mo­ti­vo, la Ofi­ci­na de co­mu­ni­ca­ción de la Or­den de Agus­ti­nos Re­co­le­tos ha pu­bli­cado el do­cu­men­tal Cari y Est­her, Már­ti­res de vida que re­co­ge los tes­ti­mo­nios de los Su­pe­rio­res ge­ne­ra­les de la fa­mi­lia agus­ti­nia­na y de las per­so­nas que vi­vie­ron de cer­ca la muer­te de las dos re­li­gio­sas. En algo más de 25 mi­nu­tos, el re­por­ta­je mul­ti­me­dia re­cuer­da con sus pro­ta­go­nis­tas el dis­cer­ni­mien­to que rea­li­za­ron las agus­ti­nas mi­sio­ne­ras los días pre­vios a su ase­si­na­to, el día de su muer­te y el sig­ni­fi­ca­do que tuvo para toda la fa­mi­lia agus­ti­nia­na y la reac­ción que su­pu­so el anun­cio de la bea­ti­fi­ca­ción.

Du­ran­te el ví­deo se pue­den ver ade­más imá­ge­nes iné­di­tas de las dos mi­sio­ne­ras, así como el cru­ci­fi­ca­do y la Vir­gen de Áfri­ca que es­ta­ban en la casa de Bab-el-Loued don­de vi­vía la co­mu­ni­dad de re­li­gio­sas.

Ma­ría Je­sús Ro­drí­guez, Su­pe­rio­ra pro­vin­cial de la Pro­vin­cia San Agus­tín de las Agus­ti­nas Mi­sio­ne­ras, acom­pa­ña­ba a Cari y Est­her en el ca­mino que rea­li­za­ron des­de la co­mu­ni­dad en la que vi­vían has­ta la ca­pi­lla a la que acu­dían a la eu­ca­ris­tía y en cuya puer­ta fue­ron aba­ti­das a ti­ros. En pri­me­ra per­so­na cuen­ta cómo vi­vie­ron las dos re­li­gio­sas los días pre­vios a su muer­te, siem­pre “con ale­gría y sen­ci­llez”. Cuen­ta en el re­por­ta­je que, como Su­pe­rio­ra pro­vin­cial, de­bía vi­si­tar to­dos los años las co­mu­ni­da­des de la pro­vin­cia. En oc­tu­bre de 1994, con mo­ti­vo del dis­cer­ni­mien­to que Mon­se­ñor Hen­ri Teis­sier man­dó rea­li­zar, de­ci­dió via­jar a Ar­ge­lia y acom­pa­ñar a to­das las re­li­gio­sas del país.

“Solo es­cu­cha­ba dos nom­bres: Cari y Est­her”

Tras la rea­li­zar los ejer­ci­cios es­pi­ri­tua­les en los que de­ci­die­ron con­ti­nuar en Ar­gel pese a la ex­tre­ma vio­len­cia que se es­ta­ba pro­du­cien­do, con­ti­nuó con ellas al­gu­nos días más. Ma­ría Je­sús Ro­drí­guez re­cuer­da cómo fue aquel 23 de oc­tu­bre. “Cuan­do lle­gó Est­her, le di­ji­mos que era el Do­mund y que todo el mun­do es­ta­ría re­zan­do por no­so­tros”, cuen­ta. “Una de ellas dijo va­mos en pa­re­jas de dos, como re­co­mien­da la em­ba­ja­da”. Cari y Est­her sa­lie­ron pri­me­ro.

“Cuan­do ya es­tá­ba­mos a es­ca­sa­men­te 100 me­tros (…) oí­mos dos dis­pa­ros. Yo me que­dé so­bre­sal­ta­da (…). Nos sor­pren­dió que la gen­te des­de las te­rra­zas nos de­cía ‘her­ma­nas, re­gre­sen a ca­sa’ (…). Cuan­do en­tra­mos en esa casa, par­te del com­ple­jo de la igle­sia, oí­mos llo­rar. Pedí que nos die­ran algo para ver por en­ci­ma de la ta­pia. No veía nada pero sí lo su­fi­cien­te para es­cu­char el llan­to, para gri­tar qué pa­sa­ba y para es­cu­char so­la­men­te dos nom­bres: Cari y Est­her”.

El re­cuer­do de las dos agus­ti­nas mi­sio­ne­ras si­gue vivo en todo el mun­do

La ac­tual Su­pe­rio­ra ge­ne­ral de las Agus­ti­nas Mi­sio­ne­ras, Pie­dad Pa­cho, es­ta­ba en 1994 en Tan­za­nia. Has­ta allí lle­gó la no­ti­cia con re­tra­so. “Al día si­guien­te, al sa­lir de misa, el ca­te­quis­ta se acer­có a la Su­pe­rio­ra y le dice ‘¿us­te­des tie­nen co­mu­ni­da­des en Ar­gel? Es que he es­cu­cha­do que han ma­ta­do a dos agus­ti­nas mi­sio­ne­ras en Ar­ge­l’. No nos pu­di­mos co­nec­tar con la casa de Ma­drid. Al en­cen­der Ra­dio In­ter­na­cio­nal, es­ta­ban ha­blan­do de Est­her. (…) Al día si­guien­te las her­ma­nas de Ma­drid (…) nos di­je­ron lo que ha­bía su­ce­di­do”.

Pie­dad Pa­cho des­ta­ca la im­por­tan­cia que tie­nen Ca­ri­dad y Est­her para la con­gre­ga­ción de la fa­mi­lia agus­ti­nia­na pre­sen­te en 16 paí­ses. “En Áfri­ca, en las es­cue­las, en el dis­pen­sa­rio, en el or­fa­na­to, allí es­tán las fo­tos de Est­her y Cari; si vas a Bra­sil, a Ma­ra­jó, en las es­cue­las de las is­las, allí es­tán las fo­tos de Ca­ri­dad y Est­her; o en In­dia o en Fi­li­pi­nas”.

“Dios y la his­to­ria es­ta­ban mar­can­do su ca­mino”

La agus­ti­na mi­sio­ne­ra Mari Paz Mar­tín vi­vió muy de cer­ca aque­llos días de 1994. Ella des­ta­ca por en­ci­ma de todo el dis­cer­ni­mien­to que rea­li­za­ron los días 6 y 7 de oc­tu­bre. “Ape­nas ter­mi­na­ron, nos tra­je­ron las con­clu­sio­nes. Las tra­jo Ánge­la, la ma­dre ge­ne­ral. Es con­mo­ve­dor por­que ci­ta­ban las ci­tas bí­bli­cas, las co­men­ta­ban. Es es­tre­me­ce­dor por­que pa­re­ce que Dios y la his­to­ria es­ta­ban mar­can­do su ca­mino”, ex­pli­ca. Cari y Est­her, dice, “no que­rían mo­rir, que­rían la vida, pero se pre­sen­tó así y no echa­ron para atrás”.

Los prio­res ge­ne­ra­les de la Or­den de San Agus­tín y la Or­den de Agus­ti­nos Re­co­le­tos, Ale­jan­dro Mo­ral y Mi­guel Miró, des­ta­can la im­por­tan­cia que ha te­ni­do el tes­ti­mo­nio, la muer­te y la bea­ti­fi­ca­ción de las dos mon­jas. “Para la fa­mi­lia agus­ti­nia­na es muy im­por­tan­te por­que son dos her­ma­nas, nos uni­mos mu­cho en el do­lor (…). Su­po­ne que dos her­ma­nas, vi­vien­do nues­tra es­pi­ri­tua­li­dad lle­guen a ser bea­tas”, dice Ale­jan­dro Mo­ral. Por su par­te, Mi­guel Miró afir­ma que “es un tes­ti­mo­nio que nos lle­na de es­pe­ran­za, de ale­gría y que nos lle­na de vida”.

En este sen­ti­do, Ja­vier Pi­paón, que era Prior ge­ne­ral de los Agus­ti­nos Re­co­le­tos en 1994, re­cuer­da que “no cau­só ale­gría pero, des­pués de la tris­te­za y del su­fri­mien­to, sí es un he­cho que con­for­ta en la vo­ca­ción de to­dos no­so­tros”.

Fuente: Agus­ti­nos Re­co­le­tos.

Más info: El Vaticano beatifica en Orán a la ribereña sor Caridad.

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Sacerdote católico y agustino (OSA). Pedagogo, educador, evangelizador digital. Aljaraque (Huelva) España. Educación: Universidad Pontificia Comillas.
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