Papa Francisco

La Virgen de Guadalupe se mestizó para ser Madre de todos. Papa Francisco.

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“El mensaje guadalupano no puede usarse por ideologías ni para ganar dinero”. Papa Francisco.

Eucaristía (12/12/2023).

Tres cualidades de «la morenita»: es mujer, madre y mestiza.

El Papa Francisco se sumó al coro que entonó “la Guadalupana”, la tradicional canción en honor de la Emperatriz de las Américas. Delante de una imagen de la Morenita del Tepeyac instalada en la basílica de San Pedro, el Papa quiso honrar a la Virgen de Guadalupe en su día. 

María se mestizó para ser Madre de todos

Francisco siente una especial devoción por la Emperatriz de las Américas a la que honra cada 12 de diciembre presidiendo una misa en la basílica de San Pedro.

Por sexto año consecutivo el Papa Francisco presidió esta misa a la que suelen acudir centenares de peregrinos mexicanos, muchos llegados desde México para celebrar la fiesta de su patrona en la Ciudad Eterna con esta ceremonia tan especial.

Explicó que María como madre no buscó nada para sí misma sino que fue discípula fiel de su hijo.

FRANCISCO
“Discípula, fiel a su Maestro, que es su hijo, el único Redentor. Jamás quiso para sí tomar algo de su hijo. Jamás se presentó como corredentora, no, discípula”.

Recordó que María es madre de todos los pueblos y también de la Iglesia, que es femenina. Por eso, habló del papel de las mujeres en la Iglesia. 

FRANCISCO
“No podemos pensar la Iglesia sin este principio mariano que se extiende. Cuando buscamos el papel de la mujer en la Iglesia podemos ir por la vía de la funcionalidad, porque la mujer tiene funciones que cumplir en la Iglesia, pero eso nos deja a mitad de camino. La mujer en la Iglesia va más allá con ese principio mariano que maternaliza a la Iglesia y la transforma en la Santa Madre Iglesia”.

Ante un gran grupo de peregrinos mexicanos presentes en la basílica, Francisco dijo que la Virgen de Guadalupe se presentó a Juan Diego porque quiso hacer que toda la humanidad fuera mestiza.

FRANCISCO
“Se nos quiso mestiza, se mestizó pero no solo con el Juan Dieguito o con el pueblo, se mestizó para ser madre de todos, se mestizó con la humanidad ¿porqué?, porque ella mestizó a Dios. Y ese es el gran misterio. María Madre mestiza a Dios, verdadero Dios y verdadero hombre, su hijo”.

Antes de concluir la ceremonia, el cardenal Marc Oullet, presidente de la Comisión Pontificia para América Latina, felicitó al Papa que cumple 50 años como sacerdote.

“No todos logran entender plenamente el alcance de sus gestos, palabras y decisiones pero le puedo asegurar que el pueblo de Dios que camina en la fe se siente animado y consolado por su ejemplo y su magisterio”.

Como es tradicional en esta jornada, no faltó el canto de “La Guadalupana”. Por sexto año consecutivo Francisco presidió esta ceremonia en honor a la Virgen de Guadalupe, una tradición que comenzó Benedicto XVI en el año 2011.

Fuente: Roma reports.

La Virgen de Guadalupe o ‘La morenita del Tepeyac’ es la Santa Patrona de los mexicanos y la virgen más venerada de este país. Desde hace siglos los mexicanos cantan las mañanitas el 12 de diciembre como muestra de su amor por ella.

Como a san Juan Diego, María da la caricia de su consuelo maternal y dice al oído: «No se turbe tu corazón […] ¿No estoy yo aquí,que soy tu Madre?».

La historia de la Virgen de Guadalupe para niños

Cuenta la historia, que hace muchos años, en un lugar de México donde se levanta el Monte Tepenyac, vivía un pequeño indio llamado Juan Diego, junto con su tío Bernardino.

Juan Diego era un niño muy bueno, que siempre ayudaba a su tío en todas las tareas de la casa y del trabajo, pues el hombre estaba muy enfermo y apenas podía sostenerse en pie.

Una fría mañana de un 9 de diciembre de 1531, Juan Diego iba camino de la ciudad a sus clases, cuando al pasar cerca del cerro Tepenyac una voz le llamó.

Juan Diego no sabía quién le llamaba, así que ascendió la cumbre del monte, desde donde procedía la voz, para ver quién era.

Allí se encontró con una mujer muy bella, que con dulces palabras le dijo:

– Juan Diego, mi pequeño, soy la Virgen María, la madre de Dios, y deseo que sobre esta cumbre se me construya un templo para atender a los que me necesitan. Con este templo las gentes del pueblo podrán venir a contarme sus penas y dolores y yo podré ayudarles. Por favor, ve al palacio del obispo y transmítele mis palabras.

– Claro que sí mi señora, ahora mismito voy -contestó Juan Diego mientras salía corriendo hacia el pueblo.

En aquel tiempo, el obispo era un español llamado San Juan de Zumárraga, monje Franciscano que llevaba un tiempo en aquella tierra evangelizando al pueblo indígena.

El obispo escuchó al niño atentamente:

– Juan Diego, entiendo tu fervor por la Virgen, pero si me trajeras una prueba yo te creería y levantaría el templo tal como dices que la virgen te ha pedido.

Juan Diego volvió corriendo muy ilusionado hacia la cima del Monte Tepenyac, para contarle a la Virgen lo sucedido.

– Tranquilo Juan Diego – dijo la Virgen – mañana temprano ven de nuevo y yo te daré la prueba que el obispo necesita.

Pero a la mañana siguiente el tío de Juan Diego se puso muy enfermo y pidió a su sobrino que llamase a un sacerdote para que le diera la extremaunción.

Así que Diego, corrió y corrió, bordeando el monte Tepenyac para no perder tiempo, en busca del sacerdote.

De pronto la Virgen se le apareció:

-¿Dónde vas Juan Diego tan corriendo?

– Lo siento virgencita, no he podido venir a verte porque mi tío está muy enfermo y necesita ayuda – le dijo muy arrepentido Juan Diego.

– No te preocupes mi niño, yo te aseguro que tu tío va a estar bien, pero necesito que vayas a hablar con el obispo y le entregues la prueba que te voy a  dejar. Sube al cerro, allí encontrarás cientos de flores que es imposible que florezcan con este frío. Córtalas y llévalas en tu manto al obispo, eso bastará para que te crea.

Juan Diego, hizo lo que la Virgen le dijo, y se encaminó al palacio del obispo.

– ¡Señor obispo, le traigo la prueba que me pidió! – le dijo Juan Diego desplegando su manto sobre el suelo.

– Al instante cayeron desparramadas por el suelo todas las flores que había recogido. Junto a ellas, estaba la imagen de la Virgen impresa en el manto del niño.

– ¡Milagro, milagro, la Virgen ha hecho un milagro! – gritó el obispo.

En ese mismo instante decidió construir la iglesia sobre la cima del monte Tepenyac.

Cuando Juan Diego llegó a su casa, y encontró a su tío completamente curado.

– ¡Diego, la Virgen ha venido a verme y me ha curado! También me ha dicho que, a partir de ahora se la conocerá como la Virgen de Guadalupe

Fuente: Guía infantil.

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Sacerdote católico y agustino (OSA). Pedagogo, educador, evangelizador digital. Aljaraque (Huelva) España. Educación: Universidad Pontificia Comillas.
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