Familia y vida Testimonios

La inmensidad del don de la maternidad. Testimonio de Maite, una madre joven.

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Una experiencia que cambia la vida por completo.

Las madres testimonian la belleza de la vida

(Papa Francisco)

En Adviento, tiempo de preparación de la celebración de la Natividad de Jesús, comparto el testimonio de Maite, madre joven, feligresa y amiga de la Parroquia Nuestra Señora de Bellavista, en Aljaraque (Huelva).

¡Dios ha bendecido vuestra familia con dos hermosos hijos! En nombre de los Amigos de Canta y Camina doy Gracias a Dios por esos preciosos tesoros, y la Enhorabuena por vuestra colaboración con Él en la transmisión de la vida.

José Luis Miguel González,OSA

La inmensidad de la maternidad

La maternidad es el amor más inmenso y desinteresado que una mujer pueda sentir. Es único, un enamoramiento intenso, doloroso y a la vez asombroso. Te cambia la vida por completo, ya nunca puedes volver a imaginártela sin tu hijo.

En mi caso mi primer hijo fue buscado, como una continuación de mi matrimonio, y muy deseado. Desde el momento en el que el test da positivo, todo cambia. Yo que antes no tenía miedo a la muerte porque la VIDA comienza después, piensas de pronto que tienes que estar sana y salva en la tierra porque hay un bebé que te necesita.

Cuando le ves la cara por primera vez, no te puedes creer que algo tan perfecto haya salido de tu vientre. Esa “tecnología” tan increíble solo puede haber sido creada por Dios.

Luego me volví a quedar embarazada, me enteré y fui muy feliz, hasta que a las pocas semanas mi cuerpo comenzó a dar señales y perdí a mi bebé a las 12 semanas. El dolor es brutal, porque aunque mida dos centímetros, tu ya sabes que es tu hijo. Pero para la ciencia es un objeto de estudio y eso agrava el sufrimiento

El año pasado para Reyes me pedí una niña. Quería una hija sana, que completara más mi familia. Y “me la trajeron”. A finales de octubre nació mi pequeña princesa. Todo fue bien, pero a los 9 días una complicación nos llevó a estar ingresadas en el hospital varios días. Verla llorar y tan expuesta al dolor hace que se te parta el alma. Salimos de allí, y cuando pensábamos que ya estábamos recuperadas, de nuevo otra vez la enfermedad nos visita.

Para una madre cualquier dolor de su hijo multiplica por 10000 el sufrimiento. Tenga la edad que tenga. No quiero ni imaginar como se sentiría nuestra Madre cuando vio a su hijo pasar ese calvario en la cruz.

En las pruebas de la vida demostramos nuestras capacidades. Contamos con la compañía y la ayuda de Dios para fortalecernos y para que aprendamos con ellas. Pruebas que hay que pasar aunque nos duelan profundamente. Pero también Dios nos da el mayor de los regalos: el amor de su Hijo, y el amor de nuestros hijos.

Maite Caballero. Parroquia de Ntra. Sra. de Bellavista. Aljaraque (Huelva).

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Solo el amor alumbra lo que perdura. Solo el amor engendra la maravilla. *

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Sacerdote católico y agustino (OSA). Pedagogo, educador, evangelizador digital. Aljaraque (Huelva) España. Educación: Universidad Pontificia Comillas.
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2 comentarios
  • Ana Muñoz
    15 diciembre, 2019 al 7:11 pm

    Maite, muchas gracias por tu testimonio de vida!!!!. Ciertamente el amor que se siente por un hijo es extraordinariamente hermoso porque es un amor sin medidas, un amor inmenso, un amor sin límites, un amor eterno, un amor incondicional… Pienso que, terrenalmente, el amor que se le profesa a un hijo es el amor más parecido al amor que Dios nos debe tener a nosotros. Al fin y al cabo Él es padre, Él es ese ABBA, ese padre tierno del que nos habla el Evangelio.

  • Luz
    12 diciembre, 2019 al 4:39 pm

    «En el crisol del fuego se purifica el oro»

    Gracias Maite por compartir. Es fuerte y muy profundo. Tu fe impulsa a otros que también están en el camino. Te abrazo desde Argentina.

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