Para formar a las nuevas generaciones de maestros agustinos y se adapten al cambio con excelencia.
Presentación del libro por el autor
Existen diversas experiencias pedagógicas que intentan responder a distintas realidades concretas a partir de un sinnúmero de enfoques filosóficos y antropológicos. Nosotros, partiendo de la filosofía y pedagogía agustinianas, buscamos responder a la problemática propia del hombre que vive y busca la felicidad en nuestra realidad concreta.
El propósito de este libro es plasmar la riqueza del pensamiento de san Agustín y la experiencia de los agustinos en su misión evangelizadora y educativa, adaptándola a la realidad propia del siglo XXI, de modo que podamos dar respuesta a la problemática del hombre de hoy a la luz de la fe cristiana.
Los objetivos son tres: sistematizar la experiencia pedagógica agustina y que sea fuente de consulta para elaborar y actualizar los proyectos educativos de las diversas escuelas, para ayudar a clarificar la identidad; cuestionar los paradigmas contradictorios con el Proyecto Educativo Agustiniano y las conductas incoherentes que aún subyacen en la cultura escolar; y formar a las nuevas generaciones de maestros agustinos para que siga esta labor con el mismo ardor pero con nuevas propuestas.
“Los tiempos cambian y necesitamos actualizar y adaptar los contenidos a las nuevas realidades”, dice en el prólogo el P. Alejandro Moral Antón, prior general de los agustinos. “Una educación seria como la aquí propuesta debe desembocar en la construcción de una sociedad completamente diferente a la actual, más centrada en el progreso de todos e integral de la persona que en el crecimiento económico, que nos lleva a la muerte”.
Elías Neira Arellano. Presidente del Comité Estratégico de Educación de IPAE. Docente de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC)
Oración del Maestro Agustino
Enséñame, Señor, lo que tengo que enseñar, y enséñame, sobre todo, lo que tengo que aprender, para que también yo continúe considerándome alumno en tu escuela, donde todos somos condiscípulos. Enséñame a ser un pedagogo de la interioridad ayudando a mis estudiantes a ver la vida a la luz de tu Palabra, conociéndote a ti y conociéndose a sí mismos. Ya que tú eres el único maestro interior que ilumina nuestra mente y el médico que, con su gracia, sana mi débil corazón. Aumenta mi deseo por la verdad, para que no descanse sobre conquistas fáciles, sino que mi corazón esté siempre inquieto, buscando la verdad incesantemente y compartiendo con los demás lo encontrado. Que sepa amar sin medida y sin condiciones, como amas tú, vea en el más débil a un hermano a quien servir y sepa enseñar siempre con alegría a través de los gestos, la palabra y el ejemplo, para inquietar corazones que ardan en amor por ti. Que sepa salir al encuentro del hombre de hoy y acogerlo como mi hermano, para tener una sola alma y un solo corazón orientados hacia Dios. Quiero poner todos los dones que me has dado al servicio de la comunidad para construir la Ciudad de Dios. Dame, Señor, lo que mandas y manda lo que quieras. Amén.
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