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Más de 20.000 catequistas de 115 países participan en su Jubileo.

Santa Misa y Ángelus, 28 de septiembre de 2025- Papa León XIV. Desde la Plaza de San Pedro, Santa Misa presidida por el Papa León XIV con motivo del Jubileo de los Catequistas. Seguidamente, el rezo del Ángelus.

HOMILÍA en la Santa Misa por el Jubileo de los Catequistas (28 de septiembre de 2025).

Homilia del Papa León a los catequistas.

León XIV entrega un crucifijo a 39 catequistas de todo el mundo en el Jubileo. En el Jubileo de los Catequistas, el Papa León XIV recordó que la fe nace en la familia. 39 catequistas recibieron un crucifijo de sus manos, en una misa marcada por la emoción y la esperanza.

El Santo Padre instituyó a 39 nuevos catequistas en el ministerio laical.

León XIV: «Los catequistas enseñan y dejan un signo interior, no adiestran».

En la Eucaristía de este domingo ha reivindicado la familia como primera evangelizadora. También ha instituido a 39 personas de diferentes países en el ministerio laical de catequistas.

Como colofón del Jubileo de los Catequistas que se ha celebrado este fin de semana en Roma, el Papa León XIV ha presidido este domingo una Eucaristía en la plaza de San Pedro, en la que también ha instituido a 39 hombres y mujeres en el ministerio laical de catequistas. Muchos de ellos, procedentes de países como la India, Corea del Sur, Mozambique o Perú, han acudido con las vestimentas típicas de sus regiones.

Entre esas personas también hay tres españoles. Uno de ellos es Jesús Beltrán, de la diócesis de Orihuela-Alicante que, momentos antes de la celebración, ha asegurado en COPE que acoge el ministerio como «un regalo, una alegría y un reto personal para que podamos llevar el mensaje de Jesucristo a todo el mundo».

En su homilía, el Pontífice ha reflexionado sobre cómo «el Señor mira el corazón de los hombres» y cómo a través de esa mirada nosotros debemos reconocer también a los indigentes y empobrecidos del mundo, mientras que «el hombre que vive en la abundancia se pierde a sí mismo olvidándose del prójimo». El relato del rico Lázaro, fragmento del Evangelio correspondiente a este domingo, «es muy actual» ya que «a las puertas de la opulencia se encuentra la miseria de pueblos enteros, devastados por la guerra y la explotación». «Nada parece haber cambiado a lo largo de los siglos; ¡cuántos Lázaros mueren frente a la avaricia que olvida la justicia, al beneficio que pisotea la caridad, a la riqueza ciega frente al dolor de los necesitados!».

«Ser catequista no es adiestrar»

A los nuevos catequistas, el Santo Padre les ha recordado que su misión debe «instruir de viva voz» y que el catequista debe ser «una persona de palabra, una palabra que pronuncia con su propia vida». Por eso, ha explicado que los primeros catequistas son los padres y aquellos que nos dijeron las primeras palabras sobre la fe. «Así como aprendimos la lengua materna, el anuncio de la fe se realiza allí donde vivimos, principalmente en nuestras casas, alrededor de la mesa».

De esta manera, el Papa ha reivindicado el papel de la familia como fuente primera de evangelización porque «lleva en sí la belleza del Evangelio». Sin embargo, son los catequistas los que acompañan en la fe durante todas las etapas de la vida, compartiendo un camino que dura toda la vida». En ese sentido, ha especificado que «el catecismo es el instrumento de viaje, que nos protege del individualismo y las discordias» de una forma colectiva y comunitaria. Por eso, «los catequistas enseñan y dejan un signo interior. Cuando educamos en la fe no hacemos un adiestramiento».

Fuente: alfayomega.es. Ester Medina Rodríguez 28 de Septiembre de 2025

«Cuando educamos en  la fe no hacemos un adiestramiento, sino que ponemos en el corazón la palabra de vida, para que produzca frutos de vida buena».

«A las puertas de la opulencia se encuentra la miseria de pueblos enteros, azotados por la guerra y la explotación».

«Ustedes son esos discípulos de Jesús que se convierten en sus testigos».

Como en el caso de Lázaro, hoy, «a las puertas de la opulencia se encuentra la miseria de pueblos enteros, azotados por la guerra y la explotación«. El Papa recordó la tragedia perenne de los miserables, de aquellos apostados a las puertas de la Historia, recogiendo las migajas de los poderosos, durante su homilía de este domingo con motivo del Jubileo de los Catequistas. 35.000 personas llenaban una soleada plaza de San Pedro

«Nada parece  que haya cambiado a lo largo de los siglos, cuántos Lázaros mueren frente a la avaricia que olvida la justicia, al beneficio que pisotea la caridad, a la riqueza ciega frente al dolor de los necesitados», clamó Prevost, quien insisitó en que, como afirma el Evangelio, «los sufrimientos de Lázaro tienen un final. Sus dolores terminan,  así como terminan los banquetes del rico, y Dios hace justicia a ambos».

Recordando al Papa Francisco, León XIV recordó su catequesis durante el Año de la Misericordia. Ese día, Bergoglio «destacó que  Dios redime el mundo de todo mal, dando su vida por nuestra salvación. Su acción es el comienzo de nuestra misión, porque nos invita a darnos nosotros mismos por el bien de todos».

Reflexionando sobre el diálogo entre el hombre rico y Abraham, también presente en las lecturas de hoy, León subrayó cómo se trata de unas palabras que «no quieren decepcionarnos o desanimarnos, sino despertar nuestra conciencia». Y es que escuchar a Moisés y a los Profetas «significa hacer memoria de los mandamientos y las promesas de Dios, cuya providencia no abandona nunca a nadie».

«El Evangelio nos anuncia que la vida de todos puede cambiar, porque Cristo ha  resucitado de entre los muertos. Este acontecimiento es la verdad que nos salva; por eso debe  conocerse y anunciarse, pero no es suficiente. Debe amarse, y es este amor el que nos lleva a  comprender el Evangelio, porque nos transforma abriendo el corazón a la palabra de Dios y al rostro  del prójimo», trazó León XIV, quien indicó a los catequistas que «ustedes son esos discípulos de Jesús que se convierten en sus testigos».

El catequista es una persona de palabra, una palabra que pronuncia con su propia vida. Por eso los primeros catequistas son nuestros padres, aquellos que hablaron con nosotros primero y nos enseñaron a hablar. Así como aprendimos nuestra lengua materna, del mismo modo el anuncio de la fe no puede delegarse a otros, sino que se  realiza allí donde vivimos, principalmente en nuestras casas, alrededor de la mesa

«El catequista es una persona de palabra, una palabra que pronuncia con su propia vida. Por eso los primeros catequistas son nuestros padres, aquellos que hablaron con nosotros primero y nos enseñaron a hablar. Así como aprendimos nuestra lengua materna, del mismo modo el anuncio de la fe no puede delegarse a otros, sino que se  realiza allí donde vivimos, principalmente en nuestras casas, alrededor de la mesa», explicó el Papa. «Cuando hay una  voz, un gesto, un rostro que lleva a Cristo, la familia experimenta la belleza del Evangelio«. 

Porque «todos hemos sido educados a creer mediante el testimonio de quien ha creído antes de  nosotros. Desde niños y adolescentes, siendo jóvenes, después adultos y también ancianos, los  catequistas nos acompañan en la fe compartiendo un camino constante, como han hecho hoy ustedes,  en la peregrinación jubilar. Esta dinámica involucra a toda la Iglesia; en efecto, mientras en Pueblo  de Dios genera hombres y mujeres en la fe, «va creciendo en la comprensión de las cosas y de las  palabras transmitidas, ya por la contemplación y el estudio de los creyentes, que las meditan en su  corazón y, ya por la percepción íntima que experimentan de las cosas espirituales, ya por el anuncio  de aquellos que con la sucesión del episcopado recibieron el carisma cierto de la verdad»», subrayó el Papa, quien añadió que «el Catecismo es el “instrumento de viaje” que nos protege  del individualismo y las discordias, porque confirma la fe de toda la Iglesia católica».

«Cuando también nosotros estamos tentados por la avaricia y la indiferencia, los muchos Lázaros de hoy nos recuerdan la palabra de Jesús, convirtiéndose para nosotros en una  catequesis aún más eficaz en este Jubileo, que es para todos un tiempo de conversión y de perdón, de  compromiso por la justicia y de búsqueda sincera de la paz»

Y, para finalizar, una advertencia contra el falso proselitismo: «Cuando educamos en la fe no hacemos un adiestramiento, sino que ponemos en el corazón la palabra de vida, para que produzca frutos de vida buena». «Recordemos que nadie da  lo que no tiene. Si el rico del Evangelio hubiera tenido caridad con Lázaro, habría hecho el bien, no  sólo al pobre, sino también a sí mismo. Si ese hombre sin nombre hubiera tenido fe, Dios lo habría  salvado de todo tormento; fue el apego a las riquezas mundanas lo que le quitó la esperanza del bien verdadero y eterno», finalizó el pontífice.

«Cuando también nosotros estamos tentados por la avaricia y la indiferencia, los muchos Lázaros de hoy nos recuerdan la palabra de Jesús, convirtiéndose para nosotros en una catequesis aún más eficaz en este Jubileo, que es para todos un tiempo de conversión y de perdón, de compromiso por la justicia y de búsqueda sincera de la paz«, concluyó. Antes, se produjo la bendición de 39 nuevos catequistas, procedentes de todo el mundo.

Fuente: religiondigital.org – Jesús Bastante.