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«Mis amigos me decían que les daba pena…».
Las jóvenes ingresaron en las Carmelitas Descalzas de Zarautz cuando apenas comenzaban sus estudios universitarios. ‘La Tarde’ se acerca al convento para conocer el día a día de ambas monjas.
‘Los domingos’ es la película del momento. Ganadora de la Concha de Oro en el Festival de San Sebastián, el filme cuenta la historia de Ainara, una joven de 17 años brillante e idealista que abraza la vida de monja de clausura.
Es ficción, pero en España hay muchas ‘ainaras’ que, pese a su juventud, toman la decisión trascendente de ingresar en un convento. Fue el caso de Carolina y Fátima, dos jóvenes navarras que con 21 y 17 años respectivamente ingresaron en el monasterio de las Carmelitas Descalzas de Zarautz, en Guipúzcoa, donde viven con otras nueve hermanas.
Carolina: «tenía la intuición que desde la clausura se llega a todo el mundo»
Carolina decidió dejar los estudios de Derecho. Tenía amigos y sueños, pero algo cambió. Hoy, con 31 años, su mirada tiene la serenidad de quien ha encontrado su lugar: “Cuando estaba en la Universidad empecé a llevar una vida más de oración y aunque siempre quise tener mi familia y trabajo, me di cuenta de que Dios había pensado algo para mí y no quería pasar la vida en este mundo sin hacer nada con tanta violencia o sufrimiento”, ha explicado en ‘La Tarde’.
De ahí su idea de ingresar en el convento, que nacía de su inquietud por interceder por el mundo entero desde la oración en el convento de clausura: «Yo había oído hablar de las Misioneras de la Caridad de Teresa de Calcuta, pero no me conformaba con estar en un sitio concreto ayudando a personas concretas, tenía la intuición que desde la clausura se llega a todo el mundo, y decidí dejar lo que tenía para venir al convento de Zarautz”, ha continuado argumentando.
Fátima: renuncia la universidad y a su vocación de bióloga marina para ingresar en el convento
Por su parte Fátima terminó la Selectividad con 17 años, a la misma edad que Ainara, protagonista de ‘Los domingos’. Declinó estudiar en la Universidad, pese a su pasión por la Biología Marina. Su inquietud surgió cuando cursaba Cuarto de la ESO, cuando frecuentaba las Alabanzas de la Renovación Carismática cada domingo.
“No conocía a ninguna monja y busqué por Internet, me salió una lista por orden alfabético de las órdenes religiosas y al ver Carmelitas Descalzas me llamaron la atención. Empecé a investigar, fui discerniendo con el sacerdote y vimos que mi vocación era la clausura”, relatado en COPE.
La religiosa ha resaltado que entre sus aficiones anteriores a la clausura era la natación o contemplar los animales del mar. Entre braza y braza, descubrió su amor por la Creación: “Tenía una sensación de libertad enorme al contemplar la inmensidad de la Creación, la belleza de Dios, y me di cuenta de que lo que buscaba estaba en Dios. Me llamaba la atención de llegar a todas las partes el mundo a través de la oración y la entrega”, ha recalcado.
Carolina y Fátima: ¿Sufrieron la incomprensión de su entorno como sucedió a ainara?
Si Ainara sufrió la incomprensión de su entorno ante su vocación como monja de clausura, no fueron el caso ni de Carolina ni de Fátima. “Supongo que les costó un poco, pero desde el principio todos los que me conocían, cuando les conté mi vocación, decían que me veían tan feliz”, resalta Carolina.
A los padres de Fátima les costó un poco más, pero fueron superando los miedos: “Poco a poco, con los signos del Señor, fueron aceptándolo y están felices. Mis amigos lo mismo, ellos me decían que les daba pena que me fuera pero me veían tan feliz que solo podían alegrarse por mi”, ha detallado.
Una vida dedicada a la oración, el cuidado del huerto y sin estímulos digitales: «No hay dos días iguales»
Preguntadas por el día a día en el convento de Zarautz, Carolina revela que la prioridad es el cuidado de la huerta y la cocina, aunque “el día está partido por las liturgias de las horas que rezamos en comunidad”. En este sentido, añade que todas las tareas “se la ofrecemos a Dios y aunque parezca repetitivo, en once años que llevo aquí no he visto dos días iguales”.
Pese a que Fátima forma parte de una generación que ha crecido en la era digital, asegura no echar nada en falta en el convento: “Aunque en clausura parece que estamos alejadas del mundo, realmente no es así, estamos en medio del mundo y nos llegan las noticias e intercedemos por todos. Nos enteramos de las noticias porque la Madre te informa. Intercedemos por el mundo y tenemos que saber qué está pasando”, ha puntualizado.
Fuente: cope.es – José Melero Campos – 04 nov 2025.
Más info. Hermana Carolina, carmelita del Buen Pastor de Zarautz

“Entré siendo una jovencita de 21 años, sin mirar atrás”.
El 2 de Agosto del 2014 el Carmelo me abrió sus puertas en el Monasterio del Buen Pastor (Zarautz, Guipúzcoa) Entré siendo una jovencita de 21 años, sin mirar atrás y cuando oí cerrar las puertas detrás de mí me llevé un buen susto. Al principio no sabía bien dónde me había metido, pues yo no había visto una monja en mi vida…
Comencé intentando aprender la vida del Carmelo, sus costumbres, la vida de comunidad y, en fin, a conocer a Dios. El día a día me ha ido enseñando como lo suele hacer la vida misma, y fue creciendo en mi interior la semilla que Dios ya había plantado cuando me invitó a entrar, y mi deseo de consagrarme a Él por completo ha ido madurando y creciendo cada vez más fuerte.
Hoy he tenido la inmensa dicha de profesar mis votos por tres años. Hoy he pedido al Señor su gracia para vivir en pobreza, castidad y obediencia. Hoy Dios ha elegido una esposa para su Hijo, y un cúmulo de emociones se me ha traducido en una confianza esperanzada en que Él mismo guiará los pasos de esta nueva hija de Santa Teresa.
Por lo demás el día ha acompañado y el sol ha hecho ameno el viaje a los seres queridos que han venido a dar gracias a Dios por este don.
Fuente: carmelitasdescalzasbuenpastor.es/
Sacerdote católico y agustino (OSA). Pedagogo, Párroco, Misionero digital. Educación: Universidad Pontificia Comillas. Aljaraque (Huelva). 

