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Portada: El padre Serafín, bibliotecario de la abadía agustina enclavada en La Ribera del Duero, posa con el excepcional códice, ilustrado a color. – Foto: Alberto Rodrigo.

Conserva el único Bestiario escrito en español que existe. Realizado en 1570, está dedicado a Juan de Austria.

Televisión Aranda. Descubre con nosotros la Biblioteca de La Vid | Plaza Mayor 05.02.2025.

Las manos abaciales del padre Serafín, bibliotecario del Monasterio de La Vid desde hace casi treinta años, pasan con delectación y mimo extraordinario las páginas de una de las obras más singulares jamás creadas por el hombre. Nadie como él conoce la excepcionalidad de ese libro único, acaso el volumen más importante de los 175.000 que componen la biblioteca del bellísimo cenobio agustino que lame el Duero. El Bestiario de Juan de Austria es el único manuscrito de estas características escrito en español; un códice que encierra un sinfín de maravillas. Fue creado por Martín Villaverde, cortesano del emperador Carlos V, que se lo dedicó a Juan de Austria, hijo bastardo del primero, poco antes de que éste liderara la flota cristiana que derrotó a la otomana en Lepanto. Tracé estas líneas para que Vra. Excellencia con pasallas y mirallas descanse un rato de los muchos que en la guerra a trabajado, reza la dedicatoria.

Fechado en torno a 1570, este Bestiario, del que se desconoce a ciencia cierta cómo llegó al fondo bibliográfico de esta congregación (al margen del milagro que constituye que sobreviviera a los desmanes de la Desamortización, que tantas obras valiosas se llevó por delante), fue restaurado hacia varias décadas en Roma, y la prestigiosa editorial burgalesa Siloé relizó una lujosa edición facsimilar en el año 2000. 

Confiesa Serafín que el Bestiario es el principal reclamo de investigadores de todo el mundo, que llegan a este oasis de paz a orillas del Duero en ocasiones «sólo para estudiar una de las ilustraciones de la obra. Es llamativo el interés que despierta, aunque no es de extrañar porque es una maravilla, además de una obra única», apostilla el agustino mientras sus palabras resuenan con eco en la luminosa y espléndida estancia central de la gran biblioteca del cenobio.

Realizado en 1570, está dedicado a Juan de Austria.
Realizado en 1570, está dedicado a Juan de Austria. – Foto: Alberto Rodrigo.

El libro provoca verdadera fascinación. Puro hechizo. El manuscrito está compuesto por siete capítulos: el primero recoge descripciones y los dibujos de peces; el segundo, de aves; el tercero, de animales; el cuarto, de monstruos; el quinto recoge consejos para Juan de Austria; el sexto habla sobre la conquista de Granada y el séptimo y último lleva el sugerente título de ‘Anatomía de lo que es el hombre’. «Tiene que ver más con una miscelánea que con un bestiario, aunque es innegable que presenta semejanzas con este género (…) El interés que guio a Martín de Villaverde ha sido el mismo que hallamos en las grandes misceláneas del siglo XVI en España: satisfacer la curiosidad, instruir de una forma amena, diseminando anécdotas a lo largo de un texto en el que se trata de asuntos heterogéneos, con una clara inclinación a hablar de lo extraordinario y maravilloso», explica el historiador Santiago López-Ríos en su estudio Descifrar el mundo y entretener al lector: el Libro de las maravillas de don Juan de Austria.

El manuscrito atrae cada año a numerosos investigadores de todo el mundo.

La característica más singular de este códice es que casi todas las descripciones se ilustran con dibujos a color. Ilustraciones que, desde Siloé, consideran «de candorosa ingenuidad, que en cierto modo anticipan lo que unos siglos más tarde será el naíf». Esto no le quita un ápice de interés al elemento gráfico; más al contrario, llama la atención la precisión con la que muchos de los animales están realizados, aun cuando su autor pudo no haber visto jamás ninguno de ellos. «Texto e imagen están intrínsecamente unidos, y en más de una ocasión el primero está subordinado a la segunda (…) a lo largo de toda la obra se percibe una interpretación del mundo como reflejo de la omnipotencia y sabiduría divinas, con lo que el autor se sitúa en la línea de cristianización de la naturaleza que inaugura el Physiologus», escribe López-Ríos.

El manuscrito atrae cada año a numerosos investigadores de todo el mundo.
El manuscrito atrae cada año a numerosos investigadores de todo el mundo. – Foto: Alberto Rodrigo.

La materia fantástica. De las 484 páginas de este Bestiario 370 están ilustradas. Aunque todos los dibujos tienen interés, resultan especialmente llamativos los dedicados a los seres nacidos de la imaginación. El aspecto enigmático, inquietante y subyugante de muchas de las especies siempre despertó asombro y fascinación. Ya no digamos por aquellas que parecen emanadas de la peor de las pesadillas o de la imaginación más delirante. «Nos encontramos que las descripciones de animales reales se combinan constantemente con referencias a seres imaginarios (o a seres reales a los cuales se le atribuyen propiedades fabulosas). Es de destacar la libertad que Martín de Villaverde se permite a la hora de describir o dibujar estos seres monstruosos. Para empezar, no sigue una única fuente literaria, sino que mezcla tradiciones de lo más diverso, de forma incluso un tanto caótica. Al lado de seres de la mitología clásica como el minotauro o de la tradición de las razas humanas portentosas, encontramos otros, fruto de su propia imaginación, o seres humanos reales, nacidos con alguna anormalidad física. Pero es que, además, el autor atribuye nuevos rasgos a seres imaginarios cuyas características estaban fijadas desde hacía siglos», apunta el historiador. 

Respecto de los espacios imaginarios, apunta López-Ríos,  «lo primero que constatamos es que no hay ninguno propiamente dicho (…) En la obra, tal y como ha llegado hasta nosotros, se observa que, tanto en el texto como en el dibujo, se suele otorgar mucha mayor importancia al ser fabuloso que al espacio en el que este se encuentra. La única característica recurrente en la representación pictórica del espacio en el que se sitúa al ser imaginario es que casi siempre se trata de un ámbito campestre en el que al fondo sobresale un castillo u otro tipo de construcción, lo que puede interpretarse como un intento de borrar límites entre lo fabuloso y lo real y acercar la maravilla al mundo del lector. Más que de lugares imaginarios propiamente dichos, en esta obra, a la zaga de una larga tradición, se habla de espacios reales donde se solían ubicar animales fantásticos y todo tipo de maravillas. Entre esos lugares, no es extraño que destaque la India, subcontinente poblado, para la imaginación de la Antigüedad y de la Edad Media, por todo tipo de monstruos».

Una espléndida biblioteca. A la Biblioteca del Monasterio de Santa María de La Vid se accede a través de una puerta monumental, que una vez se franquea lleva al visitante a una sala rectangular de 32 metros de largo por siete de ancho cubierta por una bóveda de cañón de siete cuerpos con lunetos en los que se abren unos ventanales que filtran maravillosamente la luz. A lo largo de los muros laterales, y en dos pisos, se dispone una estantería neoclásica en nogal y pino. De los fondos de la biblioteca durante los siglos en que habitaron la abadía los premonstratenses se sabe poco, ya que no hay inventario.«Sin duda existieron en ella códices, manuscritos, incunables y obras particularmente valiosas, pero con la desamortización de los bienes de las órdenes religiosas decretada por Mendizábal en 1835, se deshizo la colección premonstratense. Treinta años después, en 1865, cuando los agustinos se hicieron cargo del monasterio, quedaban exactamente 1.947 volúmenes, amontonados y en pésimo estado», según recoge el padre Juan José Vallejo.

La espléndida biblioteca del Monasterio de Santa María de La Vid mide 32 metros de largo por 7 de ancho.
La espléndida biblioteca del Monasterio de Santa María de La Vid mide 32 metros de largo por 7 de ancho. – Foto: Alberto Rodrigo.

Los agustinos, que siempre han considerado el monasterio «como una casa dedicada especialmente al estudio» siempre han dedicado una atención destacada a esta biblioteca, una de las dos de la Provincia Agustiniana en España. Posee incunables, y otra de sus joyas es un Corán manuscrito sobre pergamino en el año 528 de la Hégira, esto es, el año 1134 de la era cristiana.

Fuente: diariodeburgos.es – R. PÉREZ BARREDO / La Vid – 7 de septiembre de 2025

Bestiario de Don Juan de Austria. Siloé, arte y bibliofilia. Monasterio de Santa María de la Vid. Atribuido a Martín Villaverde. Ca. 1570.

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