Nueva fórmula litúrgica para celebrar esta nueva misa.
León XIV ha dado luz verde a esta misa inspirada en la encíclica del papa Francisco Laudato Si’, publicada hace diez años.
CARD. VÍCTOR MANUEL FERNÁNDEZ – Prefecto, Dicasterio para la Doctrina de la Fe
Creo que esta fórmula de la misa, que inserta el misterio de la creación, es un avance muy importante, mucho más de lo que se piensa, porque, después de Laudato si’, carecíamos de esta expresión litúrgica.
Las celebraciones seguirán siendo iguales. Solo habrá pequeñas variaciones en las oraciones que, en este caso, hablarán del cuidado de la creación.
CARD. VÍCTOR MANUEL FERNÁNDEZ – Prefecto, Dicasterio para la Doctrina de la Fe
Algunos, antes de esta obra, decían: «Pero la oración litúrgica es a Dios. Pido ayuda a Dios. Mi alabanza se dirige a Dios. ¿Qué hace la creación allí?» No es así, porque, por ejemplo, tenemos una misa en la Basílica de San Juan de Letrán, y yo no rezo a la basílica, rezo a Dios. Pero la basílica es el motivo de esa celebración. Todas las oraciones en la liturgia están dirigidas a Dios.
El trabajo lo presentaron en el Vaticano el prefecto para el Desarrollo Humano Integral, el cardenal Czerny, y el secretario del Culto Divino, el arzobispo Viola.
Fuente: romereports.com
León XIV celebrará la primera misa «por el cuidado de la creación».
En la Oficina de Prensa de la Santa Sede se han presentado las lecturas bíblicas para la celebración eucarística «para el Cuidado de la Creación». Serán utilizadas el miércoles por el Papa León XIV en Castel Gandolfo, en el Borgo Laudato si’. El Cardenal Czerny: «Somos administradores de lo que Dios nos ha confiado». El Arzobispo Viola: «La tierra nos precede y nos ha sido dada».
El próximo miércoles, 9 de julio, León XIV presidirá una Misa privada en Castel Gandolfo, en el Borgo Laudato si’, y utilizará por primera vez el nuevo formulario de oraciones para la «Misa para el Cuidado de la Creación» presentado hoy, jueves 3 de julio, en la Oficina de Prensa de la Santa Sede. En el encuentro con los periodistas participaron el cardenal jesuita Michael Czerny, prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, y el arzobispo franciscano Vittorio Francesco Viola, secretario del Dicasterio para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos.
Una obra iniciada durante el Pontificado de Francisco
El formulario -que, según los ponentes, ya se había iniciado durante el Pontificado de Francisco, gracias también a colaboraciones interdicasteriales- se añadirá a las Missae «pro variis necessitatibus vel ad diversa» del Misal Romano, que ya contiene 49 Misas y Oraciones para diversas necesidades y ocasiones: 20 se refieren a la Iglesia, 17 a necesidades civiles y 12 son para circunstancias diversas.
Dos aniversarios importantes
Los nuevos textos, explicó el cardenal Czerny, tienen como telón de fondo dos aniversarios importantes: el «revolucionario Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz» firmado por San Juan Pablo II hace treinta y cinco años, en 1990, y titulado «Paz con Dios Creador, Paz con toda la Creación»; y el décimo aniversario de la Encíclica Laudato si’ sobre el cuidado de la casa común, firmada por el Papa Francisco en 2015 y que hace referencia a una «ecología integral» y no «superficial o aparente».

Cardenal Michael Czerny, S.I., Prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral
La creación siempre presente en la liturgia católica
Sin embargo, el cardenal añadió que «la creación no es un tema añadido, sino que está siempre presente en la liturgia católica». Porque «la Eucaristía une el cielo y la tierra, abraza y penetra toda la creación. Y cuando se celebra, todo el cosmos da gracias a Dios». El nuevo formulario, por tanto, pretende ser «un apoyo litúrgico, espiritual y comunitario para el cuidado que todos debemos dar a la naturaleza, nuestra casa común».
Llamados al respeto y a la responsabilidad
Se trata, reiteró el Cardenal Czerny, de «un gran acto de fe, esperanza y caridad», una invitación a «responder con cuidado y amor, en un sentimiento cada vez mayor de asombro, respeto y responsabilidad». De hecho, todos nosotros, concluyó el cardenal, estamos «llamados a ser fieles administradores de lo que Dios nos ha confiado en nuestras opciones cotidianas y políticas públicas, así como en la oración, el culto y la forma en que vivimos en el mundo».
Cada domingo celebramos «una nueva creación»
En su discurso, Monseñor Viola recordó también que «la liturgia celebra el misterio de la creación en cada momento del año litúrgico»: por ejemplo, en la Vigilia Pascual, la primera lectura es el relato de la creación (Gn 1,1 -2,2); en la celebración de los sacramentos individuales, como el bautismo, se recita la oración de bendición del agua; en la Liturgia de las Horas «el tema de la creación está muy presente». Y «en la experiencia cristiana, el domingo es ante todo una fiesta de Pascua, totalmente iluminada por la gloria de Cristo resucitado. Es la celebración de la «nueva creación»».

El Arzobispo Vittorio Francesco Viola, O.F.M., Secretario del Dicasterio para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos.
Fomentar la conciencia en la custodia de la creación
Todo ello, explicó el secretario del Dicasterio para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, «favorece el crecimiento en la conciencia de la importancia de la custodia de la creación cuyo significado profundo se revela en el misterio pascual que la celebración hace presente». Porque hoy, «también gracias al magisterio del Papa Francisco, somos más conscientes de que nos encontramos en una situación de grave crisis» ecológica y ambiental.
Las Rogativas y los Quattro Tempora
Una especial relevancia para la creación, añadió el prelado, la tienen las Rogativas y los Quattro Tempora, o las cuatro series de tres días de ayuno y abstinencia, instituidas por la Iglesia y que se celebran al inicio de las cuatro estaciones del año. A partir de ahora, serán «reguladas por las Conferencias Episcopales, tanto en el tiempo como en el modo de celebrarlas», para que puedan adaptarse «a las diversas situaciones locales y a las necesidades de los fieles».
«Nosotros no somos Dios»
En el discurso del Arzobispo Viola fue clara la llamada a la responsabilidad: «Nosotros no somos Dios. La tierra nos precede y nos ha sido dada, explicó. Hoy debemos rechazar enérgicamente la idea de que del hecho de que hayamos sido creados a imagen de Dios y del mandato de someter la tierra se pueda deducir un dominio absoluto sobre las demás criaturas». Custodiar, en efecto, «significa proteger, cuidar, preservar, velar. Esto implica una relación de reciprocidad responsable entre los seres humanos y la naturaleza. Cada comunidad puede tomar de la generosidad de la tierra lo que necesita para su propia supervivencia, pero también tiene el deber de protegerla y garantizar la continuidad de su fertilidad para las generaciones futuras».
En las guerras y los atentados contra la naturaleza se manifiesta el pecado
Hoy, en cambio, «la armonía entre el Creador, la humanidad y toda la creación ha sido destruida porque hemos pretendido ocupar el lugar de Dios, negándonos a reconocernos como criaturas limitadas», hasta el punto de que «el pecado se manifiesta con toda su fuerza destructiva en las guerras, en las diversas formas de violencia y maltrato, en el abandono de los más frágiles, en los ataques contra la naturaleza». Por el contrario, concluye Mons. Viola, «la armonía con todas las criaturas sólo puede surgir de una experiencia de reconciliación que haga posible la comunión con Dios y con los hermanos».
Lo que dice el Decreto
En el Decreto del Dicasterio para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos -aprobado por León XIV y fechado el 8 de junio, solemnidad de Pentecostés- se subraya que «el misterio de la creación», «signo de la benevolencia» del Señor, «como un tesoro precioso debe ser amado, custodiado y al mismo tiempo valorizado, así como transmitido de generación en generación». En cambio, «en este momento es evidente que la obra de la creación está gravemente amenazada por el uso irresponsable y el abuso de los bienes que Dios nos ha confiado». Por ello se ha diseñado un formulario específico.
Formularios y lecturas bíblicas
A continuación, se dan algunas indicaciones: por ejemplo, para la oración colecta se invocará al Señor… para que «custodiemos con amor la obra de tus manos»; mientras que después de la Comunión se rezará para que «en la espera de cielos nuevos y tierra nueva, aprendamos a vivir en armonía con todas las criaturas».
En cuanto a las lecturas bíblicas de la celebración, del Antiguo Testamento sugerimos el pasaje del Libro de la Sabiduría (13, 1-9), en el que se considera «vanos» a los hombres que no reconocen a Dios en sus obras; para el Salmo nos referimos al número 18, «Los cielos narran la gloria de Dios», y al número 103, «Alégrese el Señor por todas sus criaturas»; mientras que del Nuevo Testamento indicamos un pasaje de la Carta del Apóstol San Pablo a los Colosenses (1, 15-20), en el que se dice: «Cristo Jesús es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda la creación, porque en él fueron creadas todas las cosas en el cielo y en la tierra, las visibles y las invisibles».
Dos pasajes del Evangelio de Mateo
Por último, son dos los pasajes del evangelista Mateo a los que podemos referirnos: en el primero (6,24-34), Jesús nos invita a mirar a las aves del cielo, que «no siembran, ni cosechan, no guardan alimentos en graneros», sino que son alimentadas por el «Padre del Cielo», y a mirar a las «flores del campo», que «no trabajan ni tejen», sino que están revestidos de gloria, más que los reyes. En cambio, en el segundo pasaje del Evangelio (8,23-27), el Hijo de Dios «amenazó a los vientos y al mar y provocó una gran calma».
Fuente: vaticanews.va – Isabella Piro – Ciudad del Vaticano – Actualizado el 4 de julio de 2025.
El Papa: Cuidar la creación se convierte en una cuestión de fe y humanidad.
X Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación.

En un mundo donde los más frágiles son los primeros en sufrir los efectos devastadores del cambio climático, cuidar la creación se convierte en una cuestión de fe y humanidad. Este es uno de los pasajes del mensaje para la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación 2025, que se celebra el 1 de septiembre, en el que el Pontífice recuerda la necesidad de que las palabras se conviertan en hechos.
Publicamos a continuación el texto del Mensaje del Santo Padre León XIV sobre el tema «Semillas de paz y esperanza»:
Mensaje del Santo Padre
Queridos hermanos y hermanas:
El tema de esta Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación, elegido por nuestro querido Papa Francisco, es “Semillas de paz y esperanza”. En el décimo aniversario de la institución de la Jornada, que coincidió con la publicación de la encíclica Laudato si’, nos encontramos en pleno Jubileo, como “peregrinos de esperanza”. Y es precisamente en este contexto donde el tema adquiere todo su significado.
Muchas veces, Jesús, en su predicación, utiliza la imagen de la semilla para hablar del Reino de Dios, y en la víspera de la Pasión la aplica a sí mismo, comparándose con el grano de trigo, que debe morir para dar fruto (cf. Jn 12,24). La semilla se entrega por completo a la tierra y allí, con la fuerza impetuosa de su don, brota la vida, incluso en los lugares más insospechados, con una sorprendente capacidad de generar futuro. Pensemos, por ejemplo, en las flores que crecen al borde de las carreteras: nadie las ha plantado, y sin embargo crecen gracias a semillas que han llegado allí casi por casualidad y logran adornar el gris del asfalto e incluso romper su dura superficie.
Por lo tanto, en Cristo somos semillas. No sólo eso, sino “semillas de paz y esperanza”. Como dice el profeta Isaías, el Espíritu de Dios es capaz de transformar el desierto, árido y reseco, en un jardín, lugar de descanso y serenidad: «hasta que sea infundido en nosotros un espíritu desde lo alto. Entonces el desierto será un vergel y el vergel parecerá un bosque. En el desierto habitará el derecho y la justicia morará en el vergel. La obra de la justicia será la paz, y el fruto de la justicia, la tranquilidad y la seguridad para siempre. Mi pueblo habitará en un lugar de paz, en moradas seguras, en descansos tranquilos» (Is 32,15-18).
Estas palabras proféticas, que del 1 de septiembre al 4 de octubre acompañarán la iniciativa ecuménica del “Tiempo de la Creación”, afirman con fuerza que, junto con la oración, son necesarias la voluntad y las acciones concretas que hacen perceptible esta “caricia de Dios” sobre el mundo (cf. Laudato si’, 84). La justicia y el derecho, en efecto, parecen arreglar la inhóspita naturaleza del desierto. Se trata de un anuncio de extraordinaria actualidad. En diversas partes del mundo es ya evidente que nuestra tierra se está deteriorando. En todas partes, la injusticia, la violación del derecho internacional y de los derechos de los pueblos, las desigualdades y la codicia que de ellas se derivan producen deforestación, contaminación y pérdida de biodiversidad. Aumentan en intensidad y frecuencia los fenómenos naturales extremos causados por el cambio climático inducido por las actividades antrópicas (cf. Exhort. ap. Laudate Deum, 5), sin tener en cuenta los efectos a medio y largo plazo de la devastación humana y ecológica provocada por los conflictos armados.
Parece que aún no se tiene conciencia de que destruir la naturaleza no perjudica a todos del mismo modo: pisotear la justicia y la paz significa afectar sobre todo a los más pobres, a los marginados, a los excluidos. En este contexto, es emblemático el sufrimiento de las comunidades indígenas.
Y eso no es todo: la propia naturaleza se convierte a veces en un instrumento de intercambio, en un bien que se negocia para obtener ventajas económicas o políticas. En estas dinámicas, la creación se transforma en un campo de batalla por el control de los recursos vitales, como lo demuestran las zonas agrícolas y los bosques que se han vuelto peligrosos debido a las minas, la política de la “tierra arrasada” [1], los conflictos que se desatan en torno a las fuentes de agua, la distribución desigual de las materias primas, que penaliza a las poblaciones más débiles y socava su propia estabilidad social.
Estas diversas heridas son consecuencia del pecado. Sin duda, esto no es lo que Dios tenía en mente cuando confió la Tierra al hombre creado a su imagen (cf. Gn 1,24-29). La Biblia no promueve «el dominio despótico del ser humano sobre lo creado» (Laudato si’, 200). Al contrario, es «importante leer los textos bíblicos en su contexto, con una hermenéutica adecuada, y recordar que nos invitan a “labrar y cuidar” el jardín del mundo (cf. Gn 2,15). Mientras “labrar” significa cultivar, arar o trabajar, “cuidar” significa proteger, custodiar, preservar, guardar, vigilar. Esto implica una relación de reciprocidad responsable entre el ser humano y la naturaleza» (ibíd., 67).
La justicia ambiental —anunciada implícitamente por los profetas— ya no puede considerarse un concepto abstracto o un objetivo lejano. Representa una necesidad urgente que va más allá de la simple protección del medio ambiente. En realidad, se trata de una cuestión de justicia social, económica y antropológica. Para los creyentes, además, es una exigencia teológica que, para los cristianos, tiene el rostro de Jesucristo, en quien todo ha sido creado y redimido. En un mundo en el que los más frágiles son los primeros en sufrir los efectos devastadores del cambio climático, la deforestación y la contaminación, el cuidado de la creación se convierte en una cuestión de fe y de humanidad.
Es hora de pasar de las palabras a los hechos. «Vivir la vocación de ser protectores de la obra de Dios es parte esencial de una existencia virtuosa, no consiste en algo opcional ni en un aspecto secundario de la experiencia cristiana» (ibíd., 217). Trabajando con dedicación y ternura se pueden hacer germinar muchas semillas de justicia, contribuyendo así a la paz y a la esperanza. A veces se necesitan años para que el árbol dé sus primeros frutos, años que involucran a todo un ecosistema en la continuidad, la fidelidad, la colaboración y el amor, sobre todo si este amor se convierte en espejo del Amor oblativo de Dios.
Entre las iniciativas de la Iglesia que son como semillas esparcidas en este campo, deseo recordar el proyecto “Borgo Laudato si’”, que el Papa Francisco nos ha dejado como herencia en Castel Gandolfo, como semilla que puede dar frutos de justicia y paz. Se trata de un proyecto de educación en ecología integral que quiere ser un ejemplo de cómo se puede vivir, trabajar y formar comunidad aplicando los principios de la encíclica Laudato si’.
Ruego al Todopoderoso que nos envíe en abundancia su «espíritu desde lo alto» (Is 32,15), para que estas semillas y otras parecidas den frutos abundantes de paz y esperanza.
La encíclica Laudato si’ ha acompañado a la Iglesia católica y a muchas personas de buena voluntad durante diez años. Que siga inspirándonos y que la ecología integral sea cada vez más elegida y compartida como camino a seguir. Así se multiplicarán las semillas de esperanza, que debemos “cuidar y cultivar” con la gracia de nuestra gran e inquebrantable Esperanza, Cristo Resucitado. En su nombre, les envío mi bendición a todos.
Vaticano, 30 de junio de 2025, Memoria de los Santos Protomártires de la santa Iglesia Romana.
LEÓN PP. XIV
Fuente: exaudi.org