
Es considerado el primer santo de la Orden de San Agustín (OSA), Agustinos. «El santo de la estrella».
Nicolás ocupa un lugar especial en nuestro calendario y en nuestra historia, no solo porque fue el primer miembro de la Orden en ser canonizado, sino porque ejemplifica bien el equilibrio entre dos elementos esenciales de la vida cristiana y agustiniana: el amor a Dios y amor al prójimo; oración y buenas obras; y para los frailes, una vida de contemplación combinada con una vida de servicio generoso en el ministerio.
San Nicolás de Tolentino, presbítero. Su fiesta se celebra el 10 Septiembre.
Nació en Sant’Angelo in Pontano (Italia) hacia el año 1245, aunque su nombre va unido a la ciudad de Tolentino donde vivió treinta años. De 1275 al 10 de septiembre de 1305, fecha de su muerte.
Ingresó de niño en los agustinos de su pueblo natal como estudiante y novicio. Fue ordenado sacerdote hacia 1273, cuando fue destinado a Tolentino.
No fue ilustre por sus escritos o su ciencia. Destaca por la predicación, la dedicación pastoral como confesor y la atención a los más necesitados. El espíritu de caridad le llevaba a recorrer los barrios más humildes de la ciudad, a visitar a los moribundos y a la atención tanto de las miserias materiales como espirituales. En él se abrazan la contemplación y el apostolado, el diálogo con Dios y la sensibilidad por los problemas humanos. Austero, místico, exquisito en la vida común. Era popular por su cercanía cordial con el pueblo y sus frecuentes visitas a las zonas deprimidas de Tolentino para consolar y bendecir a los enfermos.
Cuando ya se estaban agotando sus días, alguien le preguntó:“Padre, ¿por qué está tan alegre y contento?” El P. Nicolás respondió:“Porque mi Dios y Señor Jesucristo, acompañado de su Santa Madre y de mi Santo Padre Agustín, me está diciendo: ¡Vamos! Siervo bueno y fiel, entra en el gozo de tu Señor”.
Dios realizó a través de Nicolás numerosos milagros en vida y después de su muerte. Es protector de las almas del purgatorio y patrono contra la peste, los incendios y la tartamudez.
El proceso para su beatificación fue un verdadero plebiscito popular para las gentes de distintas ciudades y pueblos que conocieron a fray Nicolás. Bonifacio IX, en el año 1400, concedió indulgencia plenaria a los fieles que visitaran su capilla de Tolentino, en la misma forma que estaba concedida a la iglesia de Santa María de la Porciúncula de Asís.
Fue canonizado por el Papa Eugenio IV el 5 de junio del año 1446, solemnidad de Pentecostés.
Fuentes de información: La seducción de Dios (Pubblicazioni Agostiniane, Roma 2001), cuyo autor es el P. Fernando Rojo Martínez, OSA, y Santos y beatos de la familia agustiniana. Subsidio litúrgico para el Misal agustiniano, publicado por la Federación Agustiniana Española (FAE, Madrid 2008).
Fuente: Augustinians.net
San Nicolás de Tolentino, un santo pedido al Cielo desde niño.
Sus padres lo tuvieron a avanzada edad y tuvieron que rezar para que llegase. Nicolás dedicó su vida a Dios, a los pobres y a los enfermos, fuera cual fuera su necesidad, con ayuda de la Virgen.
Hoy hacemos memoria de San Nicolás de Tolentino. Nace en Italia en el año 1245. El hogar en el que viene a la vida es el de unos padres bastante mayores. Como no tenían hijos hasta la llegada de Nicolás, asumieron la voluntad de Dios con un punto de inconformismo dentro de su situación. Por este punto, pedían al Cielo que les concediese descendencia. Para reforzar esta petición, van peregrinando hasta Bari. Allí rezan a San Nicolás, al que tenían gran devoción. Y el Santo obispo les escucha intercediendo por ellos ante Dios.
El hijo que nace tiempo después, recibe el nombre de Nicolás en atención a él. Desde pequeño reza mucho. Esto muestra su espíritu de caridad en casa y con los demás. Todo cuanto sobra en su casa de comer y, a veces, incluso aquello que es necesario lo coge para dar de comer a los pobres. Para alimentar su oración lee libros espirituales. Entre sus preferidos se encuentran las obras de San Agustín. Gracias a estos manuales de espiritualidad sentirá su vocación a la vida consagrada.
Ingresa en el Convento de Tolentino, donde hace su profesión solemne y posteriormente se ordena sacerdote. Su ministerio fue muy fecundo, porque tocaba el corazón en los sermones. Estaba solícito para administrar los Sacramentos y su caridad era notable. Muchos enfermos del hospital se vieron ayudados por su cuidado pastoral y humano. Si tenía que confesarles les confesaba. Si debía acompañarles, lo hacía y si tenía que lavarle o darle de comer se ponía a su disposición. Pero como cualquier otro Santo, no estaba exento de problemas. En su caso, de salud, porque padecía cuadros de estómago bastante molestos. La Virgen le curó apareciéndosele y dándole un remedio curativo que aplicó a otros enfermos logrando grandes sanaciones. Muere y es enterrado en Tolentino en 1305.
Fuente: COPE.
San Nicolás de Tolentino, el santo de la Estrella.
San Nicolás de Tolentino siempre es representado con una estrella. Tiene que ver con una historia ocurrida los últimos meses de vida del santo agustino. En el día de su festividad, recordamos esta anécdota que le hace ser el ‘Santo de la Estrella’
Al igual que el símbolo característico de San Agustín es el corazón ardiendo, San Nicolás de Tolentino -cuya festividad celebramos este lunes 10 de septiembre- siempre es representado con una estrella o varias en su hábito agustino. Popularmente, al Protector de las Almas del Purgatorio se le conoce como el ‘Santo de la Estrella’. Todo proviene de un capítulo importante de su vida que marcó los últimos meses de la vida terrena del religioso agustino.
Una noche, tras haber estado orando varias horas, mientras se encontraba en un duermevela místico, observó en el cielo una estrella muy brillante. Según relata la leyenda, se encontraba justo sobre su pueblo natal: Sant’Angelo in Pontano (Italia). Impresionado por lo que estaba presenciando, vio cómo la estrella descendía hacia el pueblo, a la vez que aumentaba su brillo. Tras posarse sobre el pueblo, ascendía de nuevo y continuaba su trayectoria hasta el convento de Tolentino, donde se encontraba. Así ocurrió varias noches. San Nicolás seguía todas las noches el curso de la estrella, siempre el mismo.
Intuía que lo que veía cada noche se trataba de un signo importante, aunque no era capaz de interpretarlo. Al fin se decidió a consultar a un religioso de la comunidad de Tolentino, quien le respondió: “La estrella es símbolo de tu santidad. En el sitio donde se detiene se abrirá pronto una tumba; es tu tumba, que será bendecida en todo el mundo como manantial de prodigios, gracias y favores celestiales”. No obstante, no se atrevía a dar credibilidad a lo que escuchaba.
A partir de ese día dejó de ver la estrella durante la noche y la veía durante el día, con la claridad del sol. Cuando iba a celebrar la eucaristía, la encontraba esperándole a la puerta del oratorio. Lo precedía al altar y allí, sobre los candelabros, se mantenía toda la misa. Cuando el santo, tras la acción de gracias, se levantaba para salir, la estrella desaparecía.
La estrella marcaba el final en el Señor, hecho Eucaristía. Nicolás estaba llegando a la meta. “A los veinte años de la muerte del santo –diría su primer biógrafo–, el día del aniversario aún se hacía visible sobre el altar la estrella, y miles de peregrinos acudían a contemplarla”.
Es por eso que en la iconografía y en la fe del pueblo, San Nicolás de Tolentino es el Santo de la estrella. Desde entonces, este signo celeste de su santidad ha orientado hacia Dios muchas miradas, y hacia el cielo muchas vidas.
Fuente: Agustinos Recoletos.com
San Nicolás de Tolentino, agustino de vocación.
Su cercanía al Señor Sacramentado es tan grande que aprovecha las fuerzas y gracias espirituales y humanas que le envía la Providencia.
El Señor muestra su Fuerza y su poder a través de sus hijos más predilectos, para que sean los heraldos del Mensajero que trae la paz. Hoy recordamos a San Nicolás de Tolentino, uno de los que fue un gran instrumento y vehículo en manos del Señor. Nace en Fermo (Italia) en el año 1245. La devoción que reinaba en su casa a San Nicolás, hace que los padres le pongan en el bautizo el nombre del Santo Obispo de Bari.
Y junto a ello una petición propia de un alma imbuida en el Señor. La madre de Tolentino le había pedido a San Nicolás que su hijo fuese un alma consagrada a Dios, una petición que fue escuchada porque el pequeño ya desde su niñez se le ve inclinado a la piedad. Con el tiempo siente la llamada de Dios a una vida apartada del mundo desde el servicio al carisma que el Señor le había pedido para su santificación.
Una vez en la orden de San Agustín, -que es donde descubre su puesto de perefección- es ordenado sacerdote y su vivencia diaria de la Celebración Eucarística hace vibrar a cuantos le escuchan. El monje da señales de ser un hombre que vive la dulzura del Amor de Dios. Su cercanía al Señor Sacramentado es tan grande que aprovecha las fuerzas y gracias espirituales y humanas que le envía la Providencia.
Así hace frente a todas las dificultades, sintiendo aquello del Salmo: “Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?». Muere en 1305. Cuenta la tradición que, de los brazos del cuerpo de San Nicolás de Tolentino incorrupto y expuesto 40 años después de su muerte, se produjo un hecho milagroso: Un derramamiento de sangre, hecho que se toma como signo de Santidad y una vida de Fe a los ojos de Dios. (Fuente: COPE).
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