Vive la Pascua Dominical en la Eucaristía en Casa y en la Parroquia.
Rasgados y desvelados. El «amor loco» de Dios
Mt 27,11-54. Con la Pasión de Jesús, que proclamamos el Domingo de Ramos, ”el velo del templo se rasgó”. Se rompe lo antiguo, lo que aleja, lo que distorsiona la imagen de Dios que es amor y bondad. Ya no hay velo, ni ocultamiento, detrás de la Cruz está el Amor del Padre, hacia el Hijo y hacia la humanidad.
Tiempo santo para “desvelar” al que nos acompaña en todo momento, incluso en nuestras múltiples pasiones y dolores. Amor desvelado para la samaritana y los que tienen sed de existencia. Amor desvelado para los pródigos de la vida. Amor desvelado para los que han vuelto a caminar. Amor desvelado para la que encontró las monedas perdidas. Amor desvelado para los que la vida les rompe por dentro y por fuera.
Caminemos contigo hacia la Pasión, Señor Jesús. Hoy con nuestras palmas y cánticos. Dentro de un momento con nuestro olvido y la cruz.
Fuente: Dibujo: Patxi Velasco FANO – Texto: Fernando Cordero, ss.cc.
La locura de AMAR – Domingo de Ramos, Ciclo A
Mt 26,14-27, 66. Dios crucificado es humilde y paciente, que respeta hasta el final la libertad del ser humano. Los cristianos seguimos celebrando al Dios crucificado, para no olvidar nunca el «amor loco» de Dios a la humanidad
Fuente: Editorial Verbo Divino – EVD.
Semana Santa, Un rey en un burro
«Cuando se acercaron a Jerusalén y llegaron a Betfagé, al monte de los Olivos, Jesús envió a dos discípulos, diciéndoles: ‘Vayan al pueblo que está enfrente, e inmediatamente encontrarán un asna atada, junto con su cría. Desátenla y tráiganmelos. Y si alguien les dice algo, respondan: ‘El Señor los necesita y los va a devolver en seguida’. Esto sucedió para que se cumpliera lo anunciado por el Profeta: Digan a la hija de Sión: Mira que tu rey viene hacia ti, humilde y montado sobre un asna, sobre la cría de un animal de carga. Los discípulos fueron e hicieron lo que Jesús les había mandado; trajeron el asna y su cría, pusieron sus mantos sobre ellos y Jesús se montó.
Entonces la mayor parte de la gente comenzó a extender sus mantos sobre el camino, y otros cortaban ramas de los árboles y lo cubrían con ellas. La multitud que iba delante de Jesús y la que lo seguía gritaba: ‘¡Hosana al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosana en las alturas! Cuando entró en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió, y preguntaban: ‘¿Quién es este? Y la gente respondía: ‘Es Jesús, el profeta de Nazaret en Galilea’.» (Mt 21, 1-11).
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