En María encontramos la plena correlación con el Señor: al hilo divino se entrelaza en la historia un “hilo mariano” (Francisco. JMJ’16).
En la Basílica Madre del Buen Consejo, Genazzano (Italia), es donde se venera a Nuestra Señora, Madre del Buen Consejo.
Madre del Buen Consejo, título mariano agustiniano
Honramos a María con el título de Madre del Buen Consejo: es madre de Cristo, «Consejero admirable» (Is 9,5), vivió bajo la guía del Espíritu del Consejo, y acogió totalmente el eterno Consejo de recapitular todas las cosas en Cristo (cfr. Ef 1,10). Al honrar a la Virgen del Buen Consejo queremos implorar de Dios el don del consejo, «para que nos haga conocer lo que agrada a Dios, y nos guíe en las peripecias de la vida».
María vivió como nadie las bienaventuranzas de Jesús. Ella es la que se estremecía de gozo en la presencia de Dios, la que conservaba todo en su corazón y se dejó atravesar por la espada. Es la santa entre los santos, la más bendita, la que nos enseña el camino de la santidad y nos acompaña. Ella no acepta que nos quedemos caídos y a veces nos lleva en sus brazos sin juzgarnos. Conversar con ella nos consuela, nos libera y nos santifica. La Madre no necesita de muchas palabras, no le hace falta que nos esforcemos demasiado para explicarle lo que nos pasa. Basta musitar una y otra vez: «Dios te salve, María…». (Gaudete et exsultate n. 176)
Madre del Buen Consejo es uno de los títulos marianos más venerados por la Familia Agustiniana. La tradición asocia esta advocación a dos lugares geográficos: Scútari, en la frontera norte de Albania, y Genazzano en Italia. La Señora de Scútari o Señora de los albaneses, es un fresco que, según cuentan los lugareños con emoción, abandonó espontáneamente el templo donde se encontraba cuando Albania fue invadida por los turcos y llegó hasta la villa medieval de Genazzano.
Los agustinos se encontraban en Genazzano ya en el siglo XIII, pero tenían su monasterio fuera del pueblo. Un siglo después, fueron llamados para regir la iglesia parroquial en el centro de la villa. Comenzaron a restaurar el templo y a construir un nuevo convento con la ayuda del pueblo y, sobre todo, por la generosidad de una piadosa mujer –Petruccia de Genazzano– que invirtió sus riquezas en la obra. El día 25 de abril de 1467, fiesta de san Marcos, al caer la tarde, sucedió algo extraordinario en la iglesia que estaban levantando. Lo narraba así el agustino P. Ambrosio de Cori, Provincial de la Provincia Romana: “Una imagen de la Santa Virgen apareció milagrosamente sobre la pared de la iglesia”. A partir de este momento, se suceden las peregrinaciones desde las ciudades de Italia y se contabiliza un número extraordinario de gracias y milagros por intercesión de María.
El Papa León XIII elevó el Santuario a la categoría de Basílica Menor el 7 de marzo de 1903, y el 22 de abril del mismo año introdujo en la letanía del rosario la invocación Madre del Buen Consejo.
San Agustín comenta: “Grande es en todo Santa María, pero más grande por ser discípula de Cristo que por ser madre del mismo Cristo. Bienaventurada es en todo Santa María, pero más feliz por llevar a Cristo en la mente que por engendrarlo en el vientre” (Sermón 25,7).
El buen consejo de María lo encontramos en la escena evangélica de las bodas de Caná: “Haced lo que él os diga” (Jn 2, 5). María, primera seguidora de Jesucristo, nos ofrece a Jesús en su regazo como maestro, camino, verdad y vida.
Las fuentes de información para las notas biográficas sobre los santos y beatos agustinianos son el libro La seducción de Dios (Pubblicazioni Agostiniane, Roma 2001), cuyo autor es el P. Fernando Rojo Martínez, OSA, y Santos y beatos de la familia agustiniana. Subsidio litúrgico para el Misal agustiniano, publicado por la Federación Agustiniana Española (FAE, Madrid 2008).
Fuente: Augustinians.
Madre del amor y guía del alma que espera en ti. Madre mía, madre mía, vuelve tus ojos a mí. Como estrella de los mares, como estrella de las almas, tú consuelas los pesares y tú las tormentas calmas. Tú, que sabes la amargura del que llora sin consuelo, alúmbrame, Virgen pura, la senda que lleva al cielo. Luz del pobre peregrino, estrella de salvación, brilla siempre en mi camino y brilla en mi corazón. Madre fiel del Buen Consejo, siempre guíame en bonanza; en mi vida sé reflejo de la perenne alabanza. Amén.
Nuestra Señora, Madre del Buen Consejo es una de las advocaciones más veneradas en la Orden de San Agustín. El fresco medieval se conserva en el santuario agustiniano de Genazzano (Italia).
La imagen es una pintura de la Virgen con el Niño Jesús realizada sobre una delgada capa de estuco de 31 centímetros de ancho por 42.5 centímetros de largo. Nadie sabe cuándo ni por quién fue pintado. Fue descubierta el 25 de abril de 1467, fiesta de san Marcos.
Oración: Señor, tú sabes que los pensamientos de los mortales son inconstantes e inciertos; por intercesión de la bienaventurada Virgen María, en la que se encarnó tu Hijo, danos el espíritu de tu consejo, para que nos haga conocer lo que te es grato y nos guíe en nuestras tareas. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
María, Madre del Buen Consejo, ruega por nosotros.
Más info: Pedro Langa, Nuestra Señora, Madre del Buen Consejo.