Enseñar a padres y educadores cómo ayudar a las futuras generaciones es un desafío.
Romereports. El Vaticano está ultimando los preparativos del sínodo de octubre sobre “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”.
El objetivo no es que los jóvenes sean el tema, sino que sean participantes activos y se escuche su voz. Esto se pudo apreciar en la reunión pre-Sinodal de este marzo en Roma, en la que participaron 300 jóvenes.
CARD. LORENZO BALDISSERI
Secretario General, Sínodo de los Obispos 2018
“¿Qué es lo que quiere la gente joven en la Iglesia? Quieren transparencia, honestidad, apertura, acogimiento y credibilidad. Estas son las cuestiones que han surgido en los últimos años”.
Además de reflexionar sobre su misión en la Iglesia, los jóvenes redactaron un Documento Preparatorio como resultado de su encuentro, para contar a la Iglesia qué y a quiénes quieren cerca.
CARD. LORENZO BALDISSERI
Secretario General, Sínodo de los Obispos 2018
“¿Sabes a quiénes quieren los jóvenes? A sus padres. Es interesante. Sabemos que las familias están en crisis. Hay separaciones, crisis internas… pero cuando preguntamos a los jóvenes a quiénes querían tener cerca dijeron que primero a sus padres, después a profesores y educadores, y finalmente a la Iglesia.”
El Cardenal Baldisseri dice que el desafío es enseñar a padres y educadores cómo ayudar a las futuras generaciones. El Sínodo debatirá cuál es el papel de la Iglesia en ese proceso.
Recuerda que la Iglesia no está destinada a encerrarse en el Vaticano, sino que tiene la gran responsabilidad de ayudar a formar a los jóvenes a través de instituciones como escuelas o programas de catequesis en todo el mundo.
CARD. LORENZO BALDISSERI
Secretario General, Sínodo de los Obispos 2018
“Podemos brindar una extraordinaria ayuda como Iglesia porque tenemos instituciones a todos los niveles: instituciones para familias, asociaciones u movimientos para preparar el matrimonio y la familia. También tenemos grandes instituciones educativas: en primaria, secundaria, bachillerato y en universidades en todo el mundo. Como Iglesia tenemos, 60 millones de jóvenes que asisten a nuestros centros”.
Para que este sistema funcione, el cardenal insiste en que hay que escuchar a los jóvenes: sus deseos, preguntas e intereses. Dice que cuando son jóvenes aprenden la verdad, la comparten con otros y se difunde. Es decir, lo que empiece con el Sínodo de los Obispos en octubre, aspira a convertirse en una revolución social.
19/junio/2018: Presentación del Instrumentum Laboris.
Sínodo sobre jóvenes: las 7 palabras clave del Instrumentum Laboris:
El documento presentado, describe las variedades, las esperanzas y las dificultades de los casi 2 mil millones de jóvenes, entre 16 y 29 años, un cuarto de la humanidad del mundo entero. Estructurado en tres partes: reconocer, interpretar y elegir, trata de ofrecer las justas claves de lectura de la realidad juvenil, basándose en diversas fuentes, entre las cuales, un Cuestionario en línea que agrupa las respuestas de más de 100 mil chicos.
Qué quieren los jóvenes de la Iglesia
¿Qué es lo que quieren los jóvenes de hoy? Pero, sobre todo, ¿qué buscan en la Iglesia? En primer lugar desean una “Iglesia auténtica”, que brille por “ejemplaridad, competencia, corresponsabilidad y solidez cultural”, una Iglesia que comparta “su situación de vida a la luz del Evangelio más que dar sermones”, una Iglesia que sea “transparente, acogedora, honesta, atractiva, comunicativa, accesible, alegre e interactiva”. En fin, una Iglesia “menos institucional y más relacional, capaz de acoger sin juzgar previamente, amiga y cercana, acogedora y misericordiosa”.
Tolerancia cero contra los abusos
Pero están también quienes a la Iglesia no le piden nada o sólo ser dejados en paz, considerándola un interlocutor no significativo o una presencia “fastidiosa o irritante”. Y las razones de esta actitud crítica son los escándalos sexuales y económicos, sobre los cuales los jóvenes piden a la Iglesia que refuerce “su política de tolerancia cero contra los abusos sexuales dentro de las propias instituciones”, la falta de preparación de los ministros ordenados, que no saben interceptar la sensibilidad de los jóvenes, y la fatiga de la Iglesia mismo de “dar razón de las propias razones doctrinales y éticas de frente a la sociedad contemporánea”
Las 7 palabras clave del documento
1.- Escucha: los jóvenes quieren ser escuchados con empatía, precisamente “allí donde se encuentran, compartiendo su existencia cotidiana” y desean que sus opiniones sean consideradas, buscan sentirse parte activa de la Iglesia, sujetos y no meros objetos de evangelización. Todos los jóvenes quieren ser escuchado, sin excluir a nadie, porque la “escucha es la primera forma de lenguaje verdadero y audaz que los jóvenes piden en voz alta a la Iglesia”.
2.- Acompañamiento: los jóvenes piden se acompañados, a nivel espiritual, formativo, familiar, vocacional. Este acompañamiento no es, de hecho, una opción con respecto al deber de educar y evangelizar a los jóvenes sino un deber eclesial y un derecho de todo joven” que sirve para formar conciencias y libertad, a cultivar sueños pero también a “emprender pasos concretos en las estrecheces de la vida”. Y en este marco el papel de la familia es central y sigue representando una referencia privilegiada en el proceso de desarrollo integral de la persona”.
3.- Conversión: el tema de la conversión es tratado ampliamente en el documento sinodal: está el drama de jóvenes cristianos que “representan una minoría expuesta a la violencia y a la presión de la mayoría que pretende su conversión” como así también la solicitud de una “conversión sistemática” en el ámbito educativo para que todas las estructuras formativas y sus miembros inviertan más en la “formación integral” de manera que no se transmitan sólo contenidos, sino que se dé también testimonio “de madurez humana”, para hacer que los jóvenes sean sujetos y protagonistas de su misma vida.
4.- Discernimiento: es una de las palabras mayormente presentes en el Documento, entendido como “estilo de una Iglesia en salida”, para responder a las exigencias de los jóvenes. El discernimiento debe ser ofrecido a las jóvenes generaciones como “instrumento de lucha” que los haga capaces de reconocer “los tiempos de Dios” y “no desaprovechar” sus inspiraciones y su “invitación a crecer”. Discernimiento que es un “don y riesgo” porque no es inmune al error, pero enseña a los jóvenes la disponibilidad a sumir decisiones que cuestan.
5.- Desafíos: discriminación religiosa, racismo, trabajo precario, pobreza, migraciones forzadas y trata: son muchos los desafíos que deben enfrentar los jóvenes de hoy, y muchos de ellos, explica el Instrumentum Laboris, son generados por fenómenos de exclusión, por la “cultura del descarte”, por un uno impropio de las nuevas tecnologías digitales tan difusivas pero también arriesgadas por el fenómeno del “Dark web” que pueden generar.
6.- Vocación: a este respecto el Documento evidencia la visión reductiva del término “vocación”, ya que la pastoral vocacional es entendida como una actividad finalizada sólo al reclutamiento de sacerdotes y religiosos. Por ello, surge la necesidad de volver a pensar la pastoral juvenil vocacional para que sea “de amplio respiro”. De hecho cada joven tiene su vocación que puede ser expresada en varios ámbitos: familia, estudio, profesión, política… convirtiéndose en “un eje de integración de todas las dimensiones de la persona”.
Con respecto las vocaciones sacerdotales la Iglesia está llamada a reflexionar porque es innegable su preocupación por la disminución del número de los candidatos, y esto hace necesario – señala el Instrumentum – una reflexión renovada sobre la vocación al ministerio y una pastoral vocacional que sepa hacer sentir la fascinación de la llamada de Jesús a transformarse en pastores de su rebaño”
7.- Santidad: el Documento sinodal concluye con una reflexión sobre la santidad, porque esta debe ser propuesta como “horizonte accesible a todos los jóvenes”. La juventud es un tiempo de santidad, y como todos los santos nacieron jóvenes, la narración de su vida puede permitir a los chicos de hoy que cultiven la esperanza para que “con coraje – como escribe el Papa Francisco en la oración final del Documento – tomen la vida en sus manos, apunten a las cosas más bellas y más profundas y conserven siempre un corazón libre”.