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La amistad nos lleva al cielo según «El Principito».

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Seis razones infalibles para ser amigos.

Los amigos que he tenido (y que tengo) a lo largo de mi vida no solo han sido personas con las que pasar el tiempo, o personas que estuvieron a mi lado en las buenas y en las malas. Los amigos de mi vida han sido (y son) mucho más. Algunos siguen estando, otros ya no. Por cuestiones de la vida, la distancia y algunas otras razones ya no estamos juntos, ni compartimos tiempo, pero la huella de la amistad es imborrable.

Mis amigos con o sin intención me han ayudado a ser una mejor persona. Todos. Los que comparten mi fe y los que radicalmente se oponen a ella. Ese deseo que dicta “quiero lo mejor para ti”, marca un camino casi infalible en una buena amistad.

El libro «El Principito» de Saint-Exupéry, es una obra que enseña mucho sobre este tema. Por eso hemos querido tomar algunas citas para tratar de ilustrar algunas caracteristicas de una verdadera amistad y preguntarnos si sabemos ser amigos, si realmente lo somos, si los tenemos y por qué los deseamos tanto.

1. La necesidad de encontrar un amigo

«Me pregunto si las estrellas se iluminan con el fin de que algún día, cada uno pueda encontrar la suya».

¿Haz visto a un niño pequeño en su primer día de clases? No pocas veces un llanto desesperado aparece y todo su cuerpo se llena de una angustia por estar “solo”. Esta escena que pasa a los 4 años pasará muchas veces a lo largo de tu vida, en el colegio, en la universidad, en tu primer trabajo, etc. Y frente al nerviosismo de no conocer a nadie también está el deseo de encontrar a aquel que no solo te haga compañía sino te haga sentir bienvenido y te guarde. Podemos estar rodeados de muchas personas y sentirnos solos como el Principito que vivía en un planeta solo con su flor. Contemplaba las puestas de sol, que eran hermosas, pero que lo llenaban de una profunda nostalgia. Él vió la necesidad de comprender esa sensación de ausencia y emprende un viaje en búsqueda de amigos impulsado por el deseo de encontrar esa estrella que sea realmente suya.

2. Los lazos que necesitan hacerse fuertes

«Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, comenzaré a ser feliz desde las tres».

Hay amistades que suceden espontáneamente (como ese niño que se te acercó en tu primer día de clases y te invitó a jugar y desde ahí son inseparables). Hay también amistades que necesitan continuidad y algo de dedicación. Sea cual sea el caso, todas las amistades necesitan cuidado. A veces pasamos la vida con los amigos en el corazón, sin hacer una llamada, sin preguntar cómo va la vida. A veces por costumbre, a veces por “falta de tiempo”.  Vamos creando amistades hermosas pero que viven en nuestro pensamiento y en nuestro recuerdo. Necesitamos pasar el tiempo con los amigos, domesticarlos y dejarnos domesticar por ellos. Y así ser felices desde antes del encuentro, felices de compartir el tiempo y las experiencias de nuestras vidas juntos.

3. «Yo le hice mi amigo y ahora es único en el mundo»

«No era más que un zorro semejante a cien mil otros. Pero yo le hice mi amigo y ahora es único en el mundo».

¿Cómo son aquellos amigos con los que hemos pasado una vida entera? Hay amistades que a veces son incomprensibles. Personas que para otros pueden resultar insoportables (sí!) y sin embargo para el amigo representa a aquel en quien confiar, aquella persona de la que conocemos cosas que los demás no pueden ver. Son únicos para nosotros. Cuando una verdadera amistad existe podemos ser libres frente a ella y frente al resto. Un verdadero amigo guardará tus secretos, te dirá tus verdades y te empujará a ser mejor siempre. Un verdadero amigo no es un simple cómplice, es mucho más que eso. Solo hay amistad cuando hay virtud.

4. Una misión conjunta

«Los hombres –dijo el Principito– se meten en los trenes pero no saben a dónde van. No saben qué quieren ni saben qué buscar».

Cuando tenemos un amigo compartimos una misión en común, una tarea conjunta. Y no es que decimos: «seamos amigos para lograr nuestro objetivo». La tarea común es algo que se va descubriendo con el conocimiento mutuo, el tiempo compartido y los ideales compartidos. Es ese algo que da sentido y trasciende nuestra amistad. Una amistad en la que cada cual quiere seguir su propio camino y sus propios intereses, se vuelve vacía, esas amistades en las que compartimos preguntas que nos inquietan y recibimos por respuesta el silencio o un “para qué te complicas?”. Con los verdaderos amigos no vamos a ciegas la meta, aunque implícita, es conocida y deseada por ambos.

5. La amistad a prueba

«Fue el tiempo que pasaste con tu rosa lo que la hizo tan importante».

La amistad requiere tiempo, permanencia, compartir y ser consistente, no solo decir lo que se quiere sino cumplir lo que se dice. El amor entre amigos es un amor de hermanos, y en algunos casos más profundo aún que los propios lazos de sangre. Si bien el tiempo juntos es necesario, no es un tiempo muerto sino un tiempo siendo, siendo juntos aquello a lo que estamos llamados a ser. Y quién mejor que un amigo el que te ayude a descubrirlo. A veces nos desviamos en el camino, tomamos decisiones que van en contra nuestra, y los verdaderos amigos salen, no solo al encuentro sino muchas veces al mismo ¡choque!, a suplicarnos que reaccionemos. La amistad se pone a prueba, pone a prueba nuestra testarudez frente al conocimiento de los amigos que nos aman.

6. Cuando los amigos se van

«Es muy triste olvidar a un amigo. No todos han tenido un amigo».

Cuando un amigo se va no se trata solo del drama de la ausencia y la pérdida. Se trata del valor que tuvo para ti. Cuanto mayor su valor más hondo el vacío. La muerte como la ausencia máxima para el ser humano guarda en ella la esperanza (independientemente de tus creencias) de que ese encuentro vuelva a suceder. Por eso el vacío que dejan los amigos cuando parten es un vacío que nadie más puede ocupar hasta que se vuelvan a encontrar. Los amigos son insustituibles, y este vacío no se llena ni siquiera con la llegada de nuevos y más amigos.

Una verdadera amistad es un tesoro que te acompaña en la vida y te muestra reflejos de quién eres; te recuerda el camino y lo recorre contigo.

Todo esto me hace pensar finalmente, ¿será que existe la santidad? o, ¿son los buenos amigos los que nos conducen a ella?

«Cuando el misterio es demasiado impresionante, es imposible desobedecer».

Fuente: CatholicLink. Silvana Ramos. 

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Sacerdote católico y agustino (OSA). Pedagogo, educador, evangelizador digital. Aljaraque (Huelva) España. Educación: Universidad Pontificia Comillas.
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