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Joan Manuel Serrat. Cantares con estelas. Caminante, se hace camino al andar.

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Último concierto sobre un escenario. 1965 – 2022.

Joan Manuel Serrat – L’últim concert (El último concierto) – Barcelona – 23/12/2022.

Tuvo lugar el 23 de Diciembre de 2022 en el Palau Sant Jordi de Barcelona dentro de la gira de despedida «El vicio de cantar».

CANCIONES 0:00:38 – Temps era temps (Érase una vez) 0:07:42 – Cançó de bressol (Canción de cuna) 0:12:52 – El carrusel del Furo 0:18:30 – Pueblo blanco 0:23:50 – Seria fantàstic (Sería fantástico) 0:27:52 – Me’n vaig a peu (Me voy a pie) 0:31:52 – No hago otra cosa que pensar en ti 0:38:46 – Algo personal * 0:47:48 – Pare (Padre) 0:53:50 – Cançó de matinada (Canción de amanecer) 0:59:50 – Nanas de la cebolla 1:05:45 – Para la libertad 1:09:27 – El meu carrer (Mi calle) 1:13:31 – Barcelona i jo (Barcelona y yo) ** 1:18:40 – Es caprichoso el azar 1:23:03 – Hoy puede ser un gran día 1:26:45 – La tieta (La tía soltera) 1:33:20 – Mediterráneo 1:39:42 – Plany al mar (Lamento al mar) 1:43:38 – Cantares 1:53:23 – Paraules d’amor (Palabras de amor) 1:57:45 – Fiesta 2:08:48 – Una guitarra

* En relación con la canción original la última estrofa está cambiada por otra con un contenido más mordaz. ** Incluye una nueva estrofa relacionando muchos de los barrios de Barcelona.

Mensaje final

No puedo bajar del escenario esta noche sin agradecer a la vida la familia que me dio, mis padres, mis hermanos, mis sobrinos, y sobre todo mi mujer, mi esposa y compañera, mis hijos e hijas, y mis nietas y nietos. Esto han sido evidentemente una bendición para mí y han sido un soporte no solo en la música sino en la vida en general cuando de alguna manera tocaron bastos. Y además quisiera tener el recuerdo más agradecido para tres compañeros y amigos que me regaló la vida: uno fue Salvador Escamilla, el otro Quico Sabaté, y desaparecidos estos, pues Joan Ullé, la persona que tuve más cerca en la amistad, en el trabajo y en la vida, a ellos tres y a las familias que nos han dejado, para ellos mi cariño eterno mientras yo dure. Muchas gracias.

Serrat se despide de los escenarios en Barcelona, en un Palau Sant Jordi abarrotado con 15.100 personas.

No quería lágrimas, que «¡esto es una fiesta!». Y apareció Joan Manuel Serrat con una americana de rosas, abriendo los brazos a las 15.100 personas que por tercera noche llenaban el Palau Sant Jordi. Pero esta sí, era la última. «Mis sentimientos son, qué quieren que les diga, algo contradictorios, en esta noche en que solemnemente proclamo mi despedida por voluntad propia». Hizo una pausa y con esa sonrisa suya tan pícara, también proclamó: «Será el último concierto pero me lo quiero pasar de cojones».

Llevaba Serrat ocho meses despidiéndose de los escenarios con ‘El vicio de cantar’, una larga gira de 74 conciertos por América y prácticamente toda la geografía española. Pero dejó Barcelona para el final, para cerrar el ciclo en el mismo lugar donde empezó, allá por 1965: casi como un regalo de Nochebuena para su ciudad y para él, antes de soplar las velas de su 79 cumpleaños el próximo martes. «De verdad que parecía muy lejos este día, cuando en abril empecé este espectáculo», confesó. «Pero como dijo Tarradellas, ‘ja sóc aquí’», con toda la carga simbólica que la frase tiene en Cataluña. Eso sí, el presidente Pedro Sánchez no fue tan bien recibido cuando apareció en el palco junto a Miquel Iceta: pitidos y abucheos para los políticos, como le sucedió a Pere Aragonès la noche anterior. Aquí el protagonista es Serrat.

Se arrancó entre fotografías en blanco y negro de su infancia con ‘Temps era temps’, con esos recuerdos lejanos de un tiempo de estraperlo y tranvías, de ese «país huérfano» en esa «Una, Grande y Libre», de la señora Francis, Quintero y Kubala… Aquellos mismos tiempos en los que un veinteañero Joan Manuel robó (o rescató) a altas horas de la madrugada un taburete de terciopelo rojo del Bocaccio, la guarida de la Gauche Divine barcelonesa. Lo tenía ahí a su vera como un ancla-talismán, la que siempre le acompaña en sus giras. Ay, el taburete de Serrat…, que hacía restaurar al terminar cada gira y del que regaló una copia a Joaquín Sabina. ¿Qué será ahora del taburete rojo del Bocaccio…? «Damas y caballeros dejen de lado cualquier tentación de nostalgia o melancolía que les pueda amenazar», pidió al público. Difícil cuando uno ha puesto la banda sonora a todo un país y a varias generaciones.

En casa, Serrat tiró especialmente de sus canciones en catalán (‘Cançó de bressol’, sus orígenes familiares a ritmo de copla; la emotiva ‘Pare’…) pero mantuvo un equilibrio con los temas en castellano, lo normal en Barcelona, la de la mezcla de lenguas y costumbres; lo normal en Serrat, aunque ese equilibrio le haya generado más de una controversia. Transitó por casi una veintena de álbumes, volvió a recitar las palabras de Miguel Hernández (‘Nanas de la cebolla’, ‘Para la libertad’) y los ‘Cantares’ de Antonio Machado. E hizo un alegato sobre el cambio climático, llamó a «tomar conciencia», a «cambiar el modelo de sociedad si no queremos dejar un planeta que no esté cada día más enfermo».

En el ecuador del concierto, cuando ya había cantado ‘Barcelona i jo’ y ‘El meu carrer’ (calle con nombre de poeta, en la que creció junto a otro vecino ilustre y gamberro, Jaume Sisa) se notaba que sí, que Serrat se lo estaba pasando de cojones. Aquel ‘noi del Poble-Sec’, un barrio popular entonces, justo aquí abajo a los pies de Montjuïc, hizo que el Sant Jordi volviera a parecer olímpico, con otro hito para Barcelona: el último concierto de su trovador.

Se hizo esperar ‘Mediterráneo’, su hit de 1971 que compuso en Calella de Palafrugell. Y el público -la mayor parte nacido en los 50 y 60- enloqueció: todo un Sant Jordi en pie, un minuto de aplausos y porque Serrat los cortó. Lo encadenó a modo de díptico con la catalana ‘Plany al mar’ y otro alegato ecologista: «Estas playas en las que levanté mis castillos de arena se llenaron de plástico y petróleo». Al que añadió el drama de los migrantes: «El Mediterráneo es hoy un sarcófago donde descansan miles de hombres y mujeres que han pagado con su vida el intento de huir de sí mismos».

«Sabíamos que hoy sería un concierto emotivo. Y la verdad es que quizás os he fallado en dos cosas… La primera: que aún no he llorado. La segunda: que no os he oído cantar mucho…» Y vaya si hizo cantar: con ‘Paraules d’amor’ el Sant Jordi se iluminó con la luz de los móviles. Y dejó la verbena para el final: su gran ‘Fiesta’. Nadie quería que la noche acabara, que Serrat se marchara por detrás de la cortina de terciopelo. Parecía que él tampoco. Se subió a su taburete con la guitarra y tras los agradecimientos a su familia y amigos, escogió ‘Guitarra’ como su última canción. Pero a los pocos segundos paró: «Perdonad pero la guitarra esta no funciona. Vaya final…». Un cambio rápido. y… «¿Volvemos a empezar el concierto? Escuchad, yo lo haría, eh», bromeó.

¿Qué hay después del «Se acabó / El sol nos dice que llegó el final»? «Tocaré y compondré en casa, es posible que grabe un disco. Pero no volveré a los escenarios», advirtió al empezar su gira. Y la terminó sin llorar. Pero también lo hizo su querida Chavela Vargas, con la que compartió tantas noches de gira por España: ella también se retiró durante 15 años. Y no pudo evitar volver. Con 93 años, Chavela dio su último concierto en Madrid. Así que tal vez, consuelo o falsa esperanza, Serrat no pueda evitar volver a hacerlo… Como Chavela. Porque el vicio de cantar no tiene cura.

Fuente: elmundo.es – Vanessa Graell – Barcelona.

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Sacerdote católico y agustino (OSA). Pedagogo, educador, evangelizador digital. Aljaraque (Huelva) España. Educación: Universidad Pontificia Comillas.
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