Acción de gracias y súplica confiada: «Que Dios te bendiga».
Homenaje filial de reconocimiento y gratitud
Este es un sencillo y emotivo homenaje familiar de reconocimiento y gratitud a nuestra querida y amada madre, PAULINA GONZÁLEZ PEÑA, que este año 2019 ha cumplido 90 años de vida. Un evento y don personal que celebramos en familia con mucha alegría. ¡Que Dios te siga bendiciendo con salud para que podamos disfrutar de tu presencia y gozar de tu amor! ¡Feliz noventa cumpleaños! Besos y abrazos,
José Luis Miguel González,OSA
Oración de hijos. «Gracias por sus corazones grandes».
Te damos gracias por nuestras madres a las que Tú les has confiado el cuidado precioso de la vida humana desde su inicio en el vientre.
Tú has dado a la mujer la capacidad de participar contigo en la creación de nueva vida.
Haz que cada mujer puede llegar a comprender el pleno significado de esta bendición, que le da una capacidad ilimitada de amor desinteresado a todos los niños.
Mira a cada madre que está esperando un hijo, fortalece su fe en tu paternal cuidado y amor para ella y para su bebé. Dale valentía en tiempos de miedo o dolor, la comprensión en los momentos de incertidumbre y duda, y la esperanza en tiempos de problemas.
Concédele alegría en el nacimiento de su hijo. Bendice a las madres a quienes les has dado el gran privilegio y la responsabilidad de ser de un niño el primer maestro y guía espiritual.
Haz que todas ellas pueden dignamente fomentar la fe de sus hijos, siguiendo el ejemplo de María, Isabel, y otras santas mujeres que siguen a Cristo.
Ayuda a las madres a crecer diariamente en el conocimiento y la comprensión de tu Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, y concédeles la sabiduría para difundir este conocimiento fielmente a sus hijos, y a todos los que dependen de ellas.
Ayudar a todas las «madres espirituales», quienes, a pesar de que no pueden tener hijos propios, desinteresadamente, sin embargo, están al cuidado de los hijos de otros de cualquier edad y estado de vida.
Que puedan conocer la alegría de cumplir este maternal llamado de la mujer, tanto en la enseñanza, la enfermería, la vida religiosa, o en otro tipo de trabajo que reconoce y promueve la verdadera dignidad de todo ser humano creado en su imagen y semejanza.
Nosotros pedimos que envíes el Espíritu Santo, consuelo, a las madres de los niños que han muerto, están enfermos o separados de sus familias, o que se encuentren en peligro o problemas de cualquier tipo.
Ayuda en el duelo a las madres a confiar en tu misericordia y la ofrenda paternal de amor para todos sus hijos. Pedimos tu bendición sobre todas aquellos a quienes le has confiado la maternidad.
Que tu Espíritu Santo constantemente las inspire y fortalezca. Que nunca dejen de seguir el ejemplo de María, madre de Nuestro Señor, y de imitar su fidelidad, su humildad y su amor oblativo.
Que las madres pueden recibir su gracia abundantemente en esta vida terrena, y que esperen participar de la alegría eterna en tu presencia en la vida por venir.
Te lo pedimos por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Oración de madre: «Hazme digna de ser amada por mis hijos…»
Ayúdame, Señor, a comprender a mis hijos, a escuchar pacientemente lo que quieren decirme y a responderles todas sus preguntas con amabilidad. Evita que los interrumpa, que les dispute o contradiga.
Hazme cortés con ellos para que ellos sean conmigo de igual manera. Dame el valor de confesar mis errores y de pedirles perdón cuando comprenda que he cometido una falta.
Impídeme que lastime los sentimientos de mis hijos. Prohíbeme que me ría de sus errores o que recurra a la mofa como castigo.
No me permitas que induzca a mis hijos a mentir y a robar. Guíame hora tras hora para que confirme, por lo que digo y hago, que la honestidad es fuente de felicidad.
Evítame que los incomode, y cuando esté malhumorada ayúdame, Dios mío, a callarme. Auxíliame para ver las cosas buenas que ellos hacen.
Ayúdame a tratar a mis hijos como niños de su edad y no me permitas exigirles el juicio y convicciones de los adultos. Facúltame para no robarles la oportunidad de confiar en sí mismos, pensar, escoger o tomar decisiones.
Oponte a que los castigue para satisfacer mi egoísmo. Socórreme para concederles todos los deseos que sean razonables y apóyame para tener el valor de negarles las comodidades que yo comprendo que les harán daño.
Hazme justa y ecuánime, considerada y sociable para con mis hijos, de tal manera que ellos sientan hacia mí, estimación. Hazme digna de ser amada por mis hijos.
Fuente: Aleteia.
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