Vive la Pascua Dominical en la Eucaristía Parroquial
El Padre, que es la luz, viene a abrazar al hijo que se marchó y al que se le apagó la luz, la alegría y la esperanza.
Así es Dios, el Padre de la Luz y de la Misericordia. El Padre que abraza y no castiga ni echa en cara –bastante tenía encima el arrepentido pródigo-.Pero, lo que más nos llama la atención de la parábola es que nosotros no estamos llamados a identificarnos con el pródigo o con el hijo mayor. Estamos llamados a identificarnos con el Padre. Como se dice en estas tierras del Sur: ¡toma ya!sí es Dios, el Padre de la Luz y de la Misericordia. El Padre que abraza y no castiga ni echa en cara –bastante tenía encima el arrepentido pródigo-.Pero, lo que más nos llama la atención de la parábola es que nosotros no estamos llamados a identificarnos con el pródigo o con el hijo mayor. Estamos llamados a identificarnos con el Padre que, con su corazón enorme, acoge al que se marchó y le hace una fiesta. ¡Cuánto cambiaría el mundo con más corazones como los del Padre!
Fuente: Revista 21. Dibujo: Patxi Velasco FANO – Texto: Fernando Cordero, ss.cc.
Descubriendo la alegría
Esta parábola, sobradamente conocida por todos, narra un auténtico proceso de conversión cuyo desenlace es la alegría. Una alegría profunda y natural que mana en quien se siente querido y ama (aun con dificultades), y que le permite también vivir con paz.