Jóvenes San Agustín

Carta del Prior General de los Agustinos a los Jóvenes

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Aprended la sabiduría del corazón y descubrir el propio camino.

Roma, 19 de marzo de 2018

Queridos jóvenes:

Me dirijo a todos vosotros, jóvenes de los colegios, parroquias y otros grupos agustinianos, en un momento en el que, precisamente, la Iglesia celebra la fe con los jóvenes y reflexiona sobre ellos. En octubre de 2018 se celebrará en Roma la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos y en enero de 2019 la Jornada Mundial de la Juventud (JM) y el Encuentro Agustiniano de Jóvenes (AYE), ambos en Panamá. Por lo que se refiere al Sínodo, el tema os afecta directamente: “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”. Como parte de su preparación, el papa Francisco ha escrito una Carta a los jóvenes[1] que seguramente conocéis y que os animo a leer de nuevo. La inicia afirmando que os lleva en el corazón, como yo también os llevo. Estoy convencido de que cualquier institución con vocación de futuro debe tener fija la mirada y el corazón en los jóvenes. Pero esto tiene que ser verdad y no solo un fácil recurso o una frase hecha.

El lema de la próxima JMJ hace referencia a la respuesta de María (Lc 1,28) «He aquí la sierva del Señor; hágase en mí según tu palabra». Para responder hace falta discernir qué nos dice el Señor, qué quiere de nosotros. Y se necesita también actuar con valentía y decisión. «Lo primero que hay que hacer para superar los miedos -dice el papa Francisco- es identificarlos con claridad, para no perder tiempo y energías con fantasmas que no tienen rostro ni consistencia. Por esto, os invito a mirar dentro de vosotros y «dar un nombre» a vuestros miedos. Preguntaos: hoy, en mi situación concreta, ¿qué es lo que me angustia, qué es lo que más temo? ¿Qué es lo que me bloquea y me impide avanzar? ¿Por qué no tengo el valor para tomar las decisiones importantes que debo tomar? No tengáis miedo de mirar con sinceridad vuestros miedos, reconocerlos con realismo y afrontarlos»[2].

Pero hay que dar un paso más. «El cielo y la tierra cantan tus alabanzas, Señor!”[3], como recuerda bellamente el lema del AYE 2019. La actitud debe ser siempre positiva y creativa. Quien encuentra al Señor, proclama sus maravillas; da testimonio de Aquel a quien conoce no solo de oídas, sino desde la experiencia personal. Es todo un reto. Así, el empeño por humanizar las relaciones interpersonales, optar por la cultura del encuentro, entender la felicidad, la alegría y la paz como bienes compartidos, apunta hacia el programa del Evangelio como guía en nuestra peregrinación. Todo será una aventura pasajera y vana si no se vive una fuerte amistad con Jesús de Nazaret que fortalece nuestra debilidad, levanta de nuestros desfallecimientos y nos orienta con decisión hacia el optimismo y hacia la esperanza. Esta es la mayor urgencia, la necesidad más clara.

1. Cambiad el mundo

En la JMJ que tuvo lugar el mes de julio de 2016 en Cracovia, el papa preguntó a los jóvenes allí congregados: “Las cosas, ¿se pueden cambiar?”[4] y miles de voces juveniles respondieron convencidos: «¡Sí!» Más que un grito momentáneo fue la manifestación colectiva de rechazo a un mundo en el que priman la injusticia, la indiferencia y la soledad. Un mundo inhumano que parece caminar hacia la autodestrucción. Protestar fuertemente contra ello es una exigencia cristiana. Pero la protesta debe ir unida al compromiso, que aúna las aspiraciones más nobles con la fragilidad propia de nuestra condición humana. Ahí nace la posibilidad de renovación.

En una carta que san Agustín envía a san Paulino de Nola, comenta que África está más sedienta de santos que de agua[5]. Lo mismo se podría decir de nuestro mundo, caracterizado por la incertidumbre, las desigualdades económicas, el materialismo, la inseguridad y el aumento creciente de migrantes y refugiados. Un mundo envejecido y enfermo. Jóvenes, ¡despertad!: cambiad el mundo; renovadlo, transformadlo. No os limitéis a la queja y menos aún os hundáis en el egoísmo y la desesperanza. No os resignéis. Ciertamente las cosas pueden cambiar. Asumid vuestra responsabilidad, desde la coherencia. Sed protagonistas. A vosotros os advierte san Agustín: “Considerad una y otra vez que sois jóvenes; luchad para vencer; venced para recibir la corona; sed humildes para no caer en el combate”[6].

2. No temáis ir contracorriente

En el mundo de hoy tal vez hoy resulte extraño hablar de interioridad, de oración, de espiritualidad. Como también resulta extraño hablar de Dios. La respuesta a la búsqueda de la felicidad no son el tener y el placer, el activismo y la dispersión, la fragilidad del sentimiento y las relaciones débiles. No lo es el egoísmo que lleva a la falta de compromiso, al individualismo y a la soledad. La respuesta es Cristo. Vivid su aventura, asumid su riesgo. «No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva»[7]. Encontraos con Cristo, tened la experiencia de Cristo. Para ello el único camino es el del amor verdadero: «Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él» (1Jn 4,16).

En un mundo de indiferencia e insolidaridad sed hombres y mujeres de acogida, escucha  y  misericordia, desde un compromiso fuerte. San Agustín no duda en afirmar que “Cristo está necesitado cuando lo está un pobre”[8]. Las formas de pobreza y de exclusión se han multiplicado y todos nosotros somos la respuesta. Una respuesta implicada, cercana y misericordiosa, conscientes siempre de que la grandeza de Dios es su misericordia[9]. Algunos teólogos han advertido que es necesario redescubrir la ternura en el cristianismo[10]. Y el papa Francisco ha insistido en ello en repetidas ocasiones: «No tengáis miedo de la bondad y la ternura»[11].

3. Escoged siempre la vida en plenitud

Con vuestra existencia en las manos, tenéis que preguntaros qué vais a hacer con ella. Nos acercamos así al tema de la vocación. San Agustín sintió la atracción de los afectos, del intelecto, de la promoción social, de la belleza, de Dios. Se encontró ante una encrucijada de caminos y un puñado de preguntas. Uno puede sentir distintas llamadas, reclamos diferentes y, por eso, aparece el vértigo de toda decisión, esa duda que acompaña cualquier proceso vocacional entendido como opción de vida. Para no instalarse en una peligrosa indeterminación, la práctica espiritual ha subrayado la importancia del acompañamiento como ayuda para discernir y encontrar.

Siempre es Dios, a través de mediaciones, a veces insospechadas, quien lleva la iniciativa en la biografía de cada vocación. ¿Qué vas a hacer con tu vida? La vocación pude entenderse meramente en el campo profesional, pero yo os pido que la consideréis desde una perspectiva más profunda, como opción de vida en plenitud, como apuesta de felicidad. Por eso, joven, debes preguntarte a qué te orienta Dios. Nos lo recuerda san Agustín: “Aunque alguno se atribuya a sí mismo el responder a Dios que llama, nadie puede atribuirse el ser llamado”[12]. Yo doy gracias al Señor por haberme llamado a seguirle como agustino, en este camino tan bello, tan exigente y tan actual. Y agradezco también haber puesto en mi vida tantas mediaciones, tantas personas a través de las cuales escuché su voz y sentí, y sigo sintiendo, su presencia. Dios premie su generosa disponibilidad. Los jóvenes necesitáis también hoy figuras de referencia. Pienso en los sacerdotes, religiosos, educadores, agentes de pastoral que caminan junto a vosotros ofreciendo un testimonio de vida cristiana claro y creíble. Quiero dirigirles un palabra de gratitud sincera por estar ahí, incansablemente, confesando su fe y regalando su tiempo.

Dios nos ha regalado verdaderamente una época de esperanza, llena de posibilidades. Para mí será una alegría poder vivirla juntos.

Espero y deseo de corazón que el Sínodo de los Obispos sobre el tema Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional, la Jornada Mundial de la Juventud y el Encuentro Agustiniano de Jóvenes, tanto en su camino preparatorio como en el transcurso de su celebración, encuentre eco en vosotros y en vuestros grupos. Os animo a manteneos abiertos al Espíritu y a discernir la voluntad de Dios en vuestra historia personal. Apostad de verdad por Cristo. Sin miedos, sin mediocridades, sin falsedades. Sed instrumentos de renovación y de esperanza, exigentes en primer lugar con vosotros mismos para poder así renovar el mundo y la Iglesia.

A todos y a cada uno de vosotros y también a aquellos con quienes compartís la tarea de ahondar en el misterio que llevamos dentro, aprender la sabiduría del corazón y descubrir el propio camino, os envío un fuerte abrazo y mi oración. Os pido también la vuestra por la Orden de San Agustín y por todos los que tenemos alguna responsabilidad en animarla y guiarla. Juntos nos ponemos en las manos de María, Madre del Buen Consejo. En ella podemos encontrar “la ternura de la intimidad y la valentía del testimonio y de la misión”[13].

Muchas gracias, queridos jóvenes. Que Dios os bendiga.

P.Alejandro Moral Antón. Prior General OSA.

[1] Cf. Carta del Santo Padre Francisco a los jóvenes con ocasión de la presentación del documento preparatorio de la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, Vaticano, 13 de enero de 2017. También os invito a leer los consejos de san Agustín a los jóvenes : Cf. El orden 2,8,25.

[2] Mensaje del Santo Padre Francisco para la XXXIII Jornada Mundial de la Juventud (Domingo de Ramos, 25 de marzo de 2018), 1.

[3] Cf. Confesiones 10, 6,8.

[4] Cf. Discurso del Santo Padre en el Parque Jordan, Błonia, Cracovia, 28 de julio de 2016.

[5] Cf. Carta 31, 4.

[6] Tratados sobre la Primera Carta de San Juan 2, 7.

[7] Benedicto XVI, Carta Encíclica Deus caritas est, 1.

[8] Sermón 38,6, 8.

[9] Cf. Tratados sobre el Evangelio de San Juan 14, 5.

[10] Cf. C. Rocchetta, Teología de la ternura: un «evangelio» por descubrir, Salamanca 2001.

[11]  Cf. Homilía del Santo Padre Francisco en la Misa solemne de inicio del Pontificado, Vaticano 19 de marzo de 2013.

[12] Exposición incoada de la Carta a los Romanos, 7.

[13] Documento preparatorio de la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos.

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Sacerdote católico y agustino (OSA). Pedagogo, educador, evangelizador digital. Aljaraque (Huelva) España. Educación: Universidad Pontificia Comillas.
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1 comentario
  • Laura Liguori
    20 mayo, 2018 al 11:27 pm

    No me esperaba menos de Alejandro! Hermosas palabras del padre encantador que tuve el placer de conocer y compartir, un muy grato momento.

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